GALERÍAS, LIENZOS Y FRAGMENTOS
(Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos)
(1)
Hay hombres tan talentosos que son capaces de escribir un pésimo libro.
(2)
Donde gobiernan los que no saben gobernar, los gobernados aprenden a balar.
(3)
No se puede desenvainar la espada de la verdad entre una muchedumbre ignorante; se corre el riesgo de perder la cabeza y la espada.
(4)
El amor nos hace conocer un mundo de ensueños, flotar en un mar de suspiros, volar entre una nube de aromas agradables; el matrimonio nos hace dar de bruces con la realidad.
(5)
Si vas a contarme un secreto no se los cuentes a otro; no quiero que después se me tilde de infidente.
(6)
Un pueblo servil e ignorante no habla, sólo murmura a regañadientes; el politicastro habla por todo lo que ellos callan.
(7)
El pueblo se asemeja a un asno que sueña ser caballo.
(8)
La pérdida de la memoria es un síntoma de la vejez, ¿Es requisito para entrar en la política la vejez prematura?
(9)
Me indignan muchas cosas que a otros sólo causa gracia.
(10)
Cuando soy justo, solidario y bondadoso con los hombres, pienso que tengo el corazón en el cerebro y el cerebro en el corazón.
(11)
No es que esa mujer que me besa, bese amorosa y primorosamente; es sólo que me ama.
(12)
La muerte destapó la tumba de un muerto:
- Discúlpame, hubo un error, no deberías estar aquí,
Por toda respuesta recibió una patada. El muerto se volvió a cubrir de tierra.
(13)
Hace años asumí mi propia religión: No hacer caso a ninguna religión.
(14)
Los anacoretas han formado una sociedad secreta: ya son más de 10,000 socios.
(15)
Muchas veces se me han tildado de loco, porque me he atrevido a hacer cosas que otros no se atreven: entre ellas, contradecir a mi empleador, ser fiel a mi compañera, hacer lo que me da la gana mientras no perturbe la tranquilidad de otros, no ir a fiestas ni a reuniones sociales por compromiso, no celebrar cumpleaños, navidades, días de la madre o decirle a Dios que no lo necesito.
(16)
Siempre voy a reprocharle a mi madre por haberme criado mal: no me enseño a robar ni a mentir.
(17)
Los empresarios tienen el corazón de cuero y lo llevan siempre en uno de los bolsillos traseros del pantalón.
(18)
Es tan buen político que puede hacer llorar a un piedra.
(19)
Era un poeta que escribía metáforas tan inteligentes que ni él lograba comprenderlas.
(20)
Creer en Adán y Eva o en Dios les está resultando a los jóvenes la versión adulta de Papá Noel.
(21)
Hay hombres que son como los arboles, una vez que mueren nada queda de ellos; otros, en cambio, son como las olas del mar, su obra y su pensamiento estarán eternamente arribando a la playa.
(22)
Confesar que uno es superior a otros, es exponerse a recibir una andanada de sandeces; vale la pena hacerlo cuando se le hace ver al ignorante su verdadera condición.
(23)
No hay arte sin privaciones, sin sacrificios: un poema nos arranca una mano; un cuento un brazo; una novela ambas piernas.
(24)
Los mosquitos nacen con una propensión al alcoholismo: beben hasta morir.
(25)
El vulgo sólo conoce el lado externo del mundo; el hombre sabio lo lleva a su propio interior y se regocija en él.
(26)
Epitafio:
Era un hombre tan pobre, pero tan pobre, que sólo tenía dinero.
(27)
Los perros cuando ladran nos perturban el sueño; los estúpidos cuando hablan nos llenan de pesadillas.
(28)
Al idiota ignorante lo puedo soportar unos minutos; al idiota ilustrado ni un minuto.
(29)
Las feministas exigen que se respeten los derechos de los afrodescendientes; yo pienso, motivado por ellas, reclamar los derechos para los hispanodescendientes.
(30)
Los machistas y las feministas adolecen de la misma tara: la estupidez. ¿Qué engendro nacería de esa unión?
(31)
La mejor prueba de que el hombre fue creado por el diablo está en la tauromaquia: cuernos y trinquete; paño rojo y bestialismo.
(32)
Sus libros eran tan malos que terminaron reemplazando a los sedantes.
(33)
Un libro es malo cuando nos lo devuelven.
(34)
Hay libros que son tan resentidos que cuando los prestamos no quieren volver a nosotros.
(35)
Hay jueces y abogados que se esmeran por limpiar con harto vaho las lunas de sus anteojos.
¿Es que aún no comprenden que la mugre la llevan prendida en los ojos?
(36)
La vida es un eco, lo que hacemos, bien o mal, regresa. Nuestras acciones, buenas o malas, también son repetitivas. Muchas cosas que hacemos hoy ya las hemos hecho tiempo atrás. Mientras más avanzamos en la vida nos topamos con semejantes o idénticas situaciones vividas anteriormente.
El hombre cauto, inteligente, precavido, guarda dentro de sí un cumulo de experiencias que le servirán para afrontar estas situaciones repetitivas cuando las enfrente nuevamente.
Si en el pasado cometió algún error, este ya no se repetirá; la experiencia ha dejado en él una impronta que le servirá de guía, de mapa para afrontar y tomar sabias decisiones.
(37)
La plebe se ha puesto de acuerdo para permitir la proliferación de lo huero y lo ficticio; guardan por esto un respeto y una veneración que raya en una religiosidad fanática y levítica.
(38)
Pretender vivir del arte en un ambiente donde prima lo efímero, lo frívolo y lo mediático, es como aferrarse a un clavo ardiente. Ni el Nazareno hubiera sufrido tanto.
(39)
El ignorante busca dinero que existe, en el bolsillo de un pantalón que no existe.
El mediocre busca dinero que no existe, en el bolsillo de un pantalón que sí existe.
El idiota busca dinero que no existe en el bolsillo de un pantalón que no existe y dice que ha encontrado el pantalón con los bolsillos llenos de dinero.
(40)
En un entorno donde todo se viene abajo, donde prima la corrupción y la mediocridad, hay que sacar fuerzas juveniles aunque la juventud la veamos ya lejana.
Tras de nosotros viene una juventud generalmente huera, inerte, frívola, pendiente del entretenimiento que día a día la tecnología a través del consumismo le brinda.
Los que nos resistimos a sucumbir en ese mundo de nubes pasajeras y tentadoras debemos fortalecernos día a día con una fuerza espiritual mayor que la barbarie que nos acecha.
(41)
Como todas las cosas corrosivas, los celos deben manifestarse con cautela.
(42)
Mi mujer me ama tanto que a cada momento me dice que no puede vivir sin mí; ya mis amistades no se acuerdan donde vivo.
(43)
Era un hombre tan perfeccionista que nunca logró terminar nada en su vida.
(44)
Las monjas fueron obligadas a usar la toga larga para que no se les viera los grilletes en los conventos.
(45)
Ser honesto no puede ser tan malo.
(46)
Cada vez que veo el calendario y el 30 o el 31 asoma como un intruso que quiere violentar mi paz espiritual, me acuerdo del Salmo XXIII y quiero buscar la Biblia y convertirme en Torquemada, porque eso de que El Señor es mi pastor y nada me faltará..., me suena en esos días a aceite de recino.
(47)
La frágil memoria de la que adolecen los que nunca leen, los hace asombrarse ante lo que ya todos conocen, como si se tratara de algo nuevo.
(48)
Citó a Churchill y se soñó un gran estadista; dio un buen discurso y se comparó con Cicerón; ganó las elecciones en una republiqueta a la que llaman país y se sintió Napoleón en Árcola...
Cuanto más alto trepa el mono
más muestra su cola.
(49)
La nostalgia es la primera estación de la memoria.
(50)
Los hipócritas hacen de los ojos físicos, presa fácil; pero sucumben ante los ojos del alma.
(51)
Cuando alguien me habla de su honor, carraspeo; cuando jura, frunzo el ceño; cuando pone su mano en el corazón...salgo corriendo.
(52)
Einstein no quiso dar más a la Física para que después de su muerte, esta siguiera su curso.
(53)
La tecnología y el consumismo se dan la mano para compartir el mismo bocado, para luego, ahítos y complacidos, eructar al unísono las ganancias compartidas.
(54)
El tonto se asombra cuando escucha el eco de su voz, sonríe como el idiota que cree haber descubierto algo desconocido que estaba reservado para él.
(55)
Hay tipejos que llevan a flor de labios un "NO" como quien luce una medalla al merito. Son esos que cuando se encuentran con alguien lo primero que dicen es:
¡De qué vamos a hablar
para oponerme!
(56)
El único que siempre gana aunque pierda un juicio, es el abogado: el cliente, gane o pierda, siempre paga al zamarro jurista.
(57)
EPITAFIOS
I
Lo enterraron con su cama
y su almohadón de plumas
para que esperase cómodo
la gloriosa resurrección.
II
Aquí yace un estúpido,
que vivió estúpido y
murió estúpido.
La muerte, aquella gloriosa
hospedera, no lo pudo
liberar del peso de su
estupidez.
III
Aquí reposan sus huesos,
lo único que no pudieron
devorarse los perros
que lo amaron.
(58)
Hace veinte años muchos mencionaban a Vallejo con un énfasis que daba la impresión de estar ante un asiduo lector del bardo santiaguino, aunque no lo hubiera leído; hoy, nuestras “nuevas generaciones de lectores”, ni siquiera lo mencionan, no porque no lo lean, sino porque ignoran quién es.
(59)
Así no tenga la razón y sea la mayoría quien la tenga, prefiero estar en la orilla opuesta, solo, sin aspirar los miasmas de la masa, de la gentuza que se agolpa como rebaño en torno al pastor de turno.
(60)
El problema de muchos es que sólo aprenden a amar, pero no a odiar; el odio sólo le está reservado a los espíritus fuertes. El desprecio hacia aquellos que se lo merecen (una gran mayoría) es un buen comienzo; practicando la patada y bofetada hacia tanto mequetrefe que anda por ahí se llega pronto a las alturas sublimes del odio.
(61)
Si Eva hubiera sido visionaria hubiese envenenado el fruto prohibido y después se hubiese ahorcado en el árbol de la ciencia.
(62)
Hay sinvergüenzas que después de haber traicionado nuestra fe, tratan de regresar a uno, muy sueltos de huesos, a retomar nuestra amistad.
(63)
Hay tontos, que más allá de la muerte, aspiran a conservar su necedad.
(64)
El vulgo que no quiere engrandecerse entre las páginas de un libro por pereza mental, opta por la estupidez del papel reciclado de un periódico chicha.
(65)
Quien carece de amores para sufrir, se consuela con el canto del gallo del vecino.
(66)
Los cobardes ven serpientes hasta en la sombra de una soga.
(67)
Nunca faltará un estúpido que vaya delante de nosotros, para medir la hondura de un rio.
(68)
El idiota no ve su necedad como el camello que no ve su joroba.
(69)
Si quieres mantener el amor de los seres que amas, tenlos siempre lejos de ti.
(70)
Como crítico literario, oftalmológicamente, es un hombre de ceguera irreversible.
(71)
Hay audaces que se introducen en la creación poética con un desparpajo único. Escriben una sarta de sandeces, consiguen - plata en mano – algún impresor de pacotilla y lanzan sus “versos” al mundo. Son como un cartucho de dinamita encendida en las manos de un niño.
(74)
(72)
El amor no es una cosa que pueda reproducirse, pero si, algo que puede representarse con palabras. He ahí la virtud suprema del poeta que, en un acto de autodestrucción, se tortura durante toda la vida tratando de orillarse a tan sublima sentimiento.
(73)
La vida pasa como el arado sobre la tierra, dejando surcos en el alma, en el rostro, en el carácter, en el corazón. De ahí germinará el espíritu que coronara nuestra frente de gloria o ignominia.
(74)
La grandeza de los hombres magnos es como la fuerza de los viejos robles, sobreviven a los envidiosos y a los imbéciles que los vieron florecer.
(75)
Estos hombres de ahora que creen que el mundo puede entenderse sólo con imágenes, con los ojos. ¡Pobres diablos! Hasta cuándo van a ignorar que el mundo está hecho de ideas y éstas, construida con las palabras.
(76)
Vivir la vida puliendo el espíritu, como buscando en la hoja del cuchillo la más sutil aspereza, algún minúsculo hierro rebelde.
(77)
Qué sois, vejez, sino tumulto de achaques, ayes y dolores; puños al cielo, en maldiciones enfrentados.
(78)
¿Con comentaristas deportivos, administradores de burdeles, ladrones de la propiedad ajena en el Congreso y un cachaco ignorante y mendaz en el gobierno podrá hacerse una buena constitución? Eso es como pedirle a la Iglesia Católica que nos demuestre la honestidad de su Papa, Cardenales y Obispos.
(79)
La juventud y el amor son dos líneas paralelas por donde va un tren para quien nada es imposible.
(80)
Me he pasado la vida buscando un aposento en el reino del espíritu.
(81)
El amor tiene como finalidad primaria probarnos lo firmes que podemos ser en el sufrimiento.
(82)
El
hombre cae muchas veces en el engaño dejándose llevar por las apariencias; más
no la mujer dominada por un corazón que siente y comprende.
(83)
Sólo
cuando Dios despierte de esa eterna pesadilla que domina sus sueños, acabaran
los males de los hombres.
(84)
El hombre, como buen discípulo, aprendió a matar a
“imagen y semejanza” de su gran Maestro.
(85)
Los deberes contribuyen sobremanera a que el hombre
no sea del todo feliz.
(86)
El miedo es el detonante propicio para sentirnos
tentados por la religión.
(87)
A una gran mayoría la soledad les causa terror,
pues, en ellos la memoria actúa como un suplicio.
(88)
Dejemos
descansar a esa nostalgia que llamamos pasado para que siga siendo hermosa.
(89)
Llegar
a la vejez, vacío por dentro, estéril, sin ilusiones posibles, es una vida que
no ha servido para nada.
(90)
Qué
importancia puede tener el crimen cuando todos tienen las manos manchadas de
sangre.
(91)
Cuando
por curiosidad o necesidad he debido reflexionar muchas horas sobre el hombre,
he sentido una nostalgia atávica por los neandertales y los cro - magnones.
(91)
Después
de ver como los hombres administran justicia, el día del Juicio Final me va a
parecer una fiesta de diversiones.
(92)
Para
que la muerte nos libere del mal que hemos hecho, tiene que ser impuesta por
nuestra propia mano, sin la intervención de ningún dios; una redención que nada
tiene que ver con la salvación cristiana. Sólo en esta absolución nos
sentiremos libres de toda culpa, o si se quiere, habremos saldado nuestra
cuenta.
(93)
Hay creyentes que son
tan fanáticos que le tienen más miedo a un sacerdote que al policía: este los
puede mandar a la cárcel, pero aquel al Infierno.
(94)
Hay hombres que han
desarrollado la estupidez hasta confines tan increíbles, que ya no se les puede
llamar hombres.
(95)
El amor perfecto no
existe, parece una dulce mentira; pero hay miles de maneras de aproximarnos a
él.
(96)
Lo único que recuerdo
de Wesphalen, es su gazapo, ese que dice que la poesía en el Perú nace con
Eguren.
(97)
Los muertos envejecen
y con ellos la pena; pero el recuerdo de los que se fueron permanecerá por
siempre.
(98)
Cada día nos acercamos
más a la muerte, cada día es un momento más que vivimos: he aquí la extraña
paradoja de la existencia.
(99)
El miedo es algo
natural, hasta el más valiente lo siente; el valor está en que logremos
dominarlo. Esto sólo será posible cuando tengamos la verdad de nuestro lado.
(100)
Nos pasamos la
adolescencia lamentándonos de que nuestros padres no nos entienden; sólo cuando
tenemos nuestros hijos llegamos a comprenderlos.
(100)
Todos los seres
humanos nos parecemos mucho, parecernos demasiado a un ignorante o a un estúpido,
eso ya es una tragedia.
(101)
Así como la luna no conoce de la luz ni el sol de
las tinieblas, así hay muchos hombres que con respecto al saber, viven unos
como un sol y otros como una luna.
(102)
No podemos
corregir las palabras que salen de nuestra boca, por ello cuidémonos de herir a
alguien con ellas; sería como querer detener una bala una vez que ha sido
disparada.
(103)
Amamantados por la misma leche materna, el
impuntual, el ladrón y el mentiroso, siempre tendrán una excusa a flor de
labios; pródigos para delinquir, poseen similares artimañas a la hora de
sortear a la verdad.
(110)
(104)
¿Existirá una alegría continua? La fe me dice que
sí; pero la razón me grita: “No le
busques color al agua”.
(105)
Hacer una obra de bien, sin testigos, es una
empresa difícil; nuestro ego es tan grande que necesita los ojos de los otros
para vivir. La vanidad es el alimento de los pobres de espíritu.
(106)
Creer en Dios a ojo cerrado es conformismo puro,
pereza de pensamiento, vaguedad en la reflexión y el análisis. Empecinarnos en
demostrar que existe o no, tal Dios, es tan infundado como inútil, si tenemos
en cuenta que hay problemas filosóficos más importantes que estar perdiendo el
tiempo en negocios turbios.
(107)
Los momentos que más atesoro en una mujer son
cuando duerme o cuando tiene la boca llena de comida.
(108)
Los soldados son hijos de la intolerancia y las
ambiciones de algunos grupos que vieron en el poder una forma de usufructuar el
trabajo de otros.
(109)
La violencia siempre será atractiva para los niños
en sus juegos; saca del futuro hombre ese soterrado e innato espíritu salvaje
que posee; los padres incentivan estos juegos.
(110)
¿Habrá un historiador que sea veraz, que no oculte
la verdad, que no consigne falsedades y que sea imparcial en sus juicios?
(111)
La oratoria es un arma engañosa cuando se gesta en
ella la mentira que es repetida, exagerada y machacada, con la firme intención
de eludir toda tentativa de verdad.
A veces no estamos ante la verdad sino ante sus
apariencias y esto es lo dañino, puesto que a ella se llega no sólo con la
razón, sino también con el corazón. De ahí que el proceder de los mentirosos
nos ha hecho pensar en lo contrario a lo que se cree generalmente. Decir la
verdad, hoy en día, resulta una ingenuidad, por eso nos hemos vuelto
desconfiados, cuando de verdades se trata, hasta nuestra sombra nos genera
temor.
(161)
(204)
(112)
Cicerón decía que hemos venido al mundo para
unirnos con nuestros semejantes y vivir en comunidad con la raza humana… ¡Muera
Cicerón!
(113)
El amor es una soga que encontramos en nuestro
camino. Si la cogemos, se abrazará a nosotros como una tentadora serpiente.
Durante el matrimonio ya estará rodeándonos el cuello a manera de horca; el
nudo se irá cerrando con el paso de los años.
(114)
Para reconocer nuestros defectos y virtudes debemos
rodearnos de hombres viles y virtuosos.
(115)
Lo que afecta al lobo afecta a la manada; lo que
atañe al leopardo sólo lo afecta a él.
(116)
En el matrimonio el primero que cede siempre es el
más juicioso, es decir, la mujer; el hombre, alimentando su necedad con una
fuerte dosis de machismo, se mantiene erguido y orondo en el trono de su
estupidez.
(117)
La vida sin conocimiento carece de valor. La
lectura es el bien supremo, ilustra la mente, modera el carácter, fortalece la
templanza, aviva el ánimo, controla el temperamento y promueve la salud mental.
(118)
El Catolicismo se me aparece como una de esas
bailarinas de Moulin Rouge que se iban despojando de la ropa a medida que la
música se hacía más entusiasta y la mirada de los contertulios más sicalíptica:
primero me aleje de las Iglesias, luego de los santos, atrás quedó el barbado
milagrero… Dios fue el último y más duro escollo.
(119)
La ley se sostiene en la justicia así como nuestros
actos en deberesque no debemos soslayar.
(120)
Los cobardes poseen muchas vidas; el hombre de
valor sólo una.
(121)
La teología se sustenta en la autoridad arbitraria
y el fanatismo más recalcitrante; la filosofía en el predominio de la razón, el
análisis, la tolerancia y la reflexión por encima de todo.
(122)
El rigor de la Ley se ha vuelto tan complaciente,
que quienes la infringen ven en ella una ñoña, pacata y pendeja.
(123)
La Democracia es una doctrina política donde una
mayoría de idiotas elige a un sinvergüenza para que los esquilme y los
gobierne.
(124)
La cobardía tiende a
disfrazarse de prudencia en el espíritu de los débiles.
(125)
La vida, como esa
barca de Machado que recorre el río, se desliza entre luces y sombras que a
diario humedecen nuestro rostro en corto o largo viaje. Allá va ella,
serpenteante, hacia la nada hecha mar de incertidumbre.
(126)
Cuantioso es el tiempo
que se pierde elaborando leyes que muchas veces no se aplican; las pocas veces
que se ejecutan se hace en nombre de la injusticia.
(127)
La memoria es un
cúmulo de detalles donde los días pasados han dejado su huella imborrable, una
impronta de venturas o adversidades que fueron forjando nuestro espíritu.
(128)
El juicio brota de la
conciencia; cuantas veces me he equivocado, pienso que no se puede culpar sólo
al hijo de sus malas acciones.
(129)
Cuando fuimos amantes,
escribía para ella versos de ternura, paz e ilusión; ahora que es mi esposa,
que los niños gritan como en El Señor de
las moscas, y mi suegra me mira con ojos de Torquemada, me siento manco,
falto de imaginación, un guijarro que cae a los pies de un Sísifo envejecido.
(130)
Aquel que dice
despreciar al dinero es un hipócrita; es algo que existe y, que bien o mal, nos
sirve para satisfacer nuestras necesidades primordiales. Tertuliano decía que
nada de lo que era de Dios podía obtenerse con dinero. ¿Se podrá comer o
vestirse con solo la palabra de tan sabio Creador?
(131)
El problema no está solamente en que la ley
sea buena o mala, sino en que quien la imparta sea merecedor de aplicarlas.
(132)
La pobreza es
deprimente. Trae consigo a la fealdad en una mano y a la mugre en la otra. El
dinero cubre magistralmente la podredumbre del alma del malvado como el buen
perfume al cuerpo hediondo.
(133)
La ley tiembla como un
junco ante el vendaval cuando se le acerca el dinero.
(134)
Esa loba hambrienta
con el vientre en el Vaticano y las bocas angurrientas por toda la tierra.
(135)
Las leyes para los
abogados son como los versículos de una Biblia, cada uno los interpreta como
les da la gana.
(136)
Los jesuitas
desprecian las cosas mundanas y hacen notoriedad de ello con mucha frecuencia
en sus sermones. Una vez que abandonan su templo y ya insertados en la vida
práctica, disfrutan de sus bienes materiales (carros, clubes, yates, casas de
playa, etc., con la misma avidez conque lo hacen los millonarios.
(137)
La ley ante los
poderosos se vuelve sorda y ciega; su fuerza se debilita como un trozo de
manteca bajo un sol abrasador.
(138)
La conciencia, cuando nacemos, es una chispa que
con el tiempo se va convirtiendo en brasa y termina por extinguirse con
nosotros. No dejemos que pierda ni intensidad mientras vivamos.
(139)
La lealtad que se ha adquirido a través de dádivas,
es tan voluble que otra merced mayor nos la puede arrebatar de las manos con
facilidad.
(140)
La ley se ha
convertido en muchos lugares en un ser apestado que todos evitan para no
infectarse.
(141)
Los celos que nacen
del amor serán justificados cuando buscan proteger aquello que nos pertenece;
son fruto del desquicio cuando se convierten en barrotes para encerrar aquello
que ya no se siente unido a nosotros.
(142)
Muchas veces he hecho oídos
sordos a mi gran acusadora. ¡Perdóname conciencia mis debilidades!
(143)
Reviso el Santoral y no encuentro un Santo que nos
proteja de las putas religiones.
(144)
Ante los desatinos de
mi mujer no creo encontrar mejor respuesta que darle un golpe; un refrán me
hace reflexionar y mi puño se detiene en el aire: No le pidas peras al olmo. Mi ser irracional vuelve a la cordura; a
la resignación, a ese otro refrán que dice: Has
de tripas corazón.
(145)
Pocas veces mi sueño
es como una hoja tímida, que en su caída, se siente acariciada por los finos
hilos de un viento suave y apacible.
(146)
Quien siente recorrer
por sus venas la moral de la libertad, y ésta, invadir su espíritu apoderándose
de él, no acepta ninguna otra moral y, menos aún, que se pretendan imponérsela.
(147)
García Márquez decía
que el buen escritor era el que mejor mentía. Hay muchos que no saben mentir;
por lo menos les queda el consuelo de ser honestos.
(148)
Las nubes pasan para
todos; y la luna brilla por igual para el pobre y para el rico; el ignorante ve
ante sus ojos el amanecer y el anochecer. ¿Pero, cuántos han sido tocados por
el lenguaje de las nubes, por la belleza inconmensurable de la luna, por el
rayo fulgurante y rosáceo de la mañana? Pocos, seguramente, y mayormente
poetas, porque ellos son lo que resisten largo tiempo la contemplación del
mundo que los rodea, son ellos lo que deifican al amor y soportan las
inclemencias de las amarguras y la espada de fuego del amor trágico.
Un Heine achacoso,
sumido en la penumbra de una muerte cercana, tuvo el aliento para decir: “Id a buscarme una ataúd de tablas sólidas y
gruesas: que sea más largo que el puente de Maguncia, y traedme doce gigantes
alemanes más fuertes que el vigoroso San Cristóbal de la catedral de Colonia,
que eleven el ataúd y lo arrojen al mar; un ataúd tan grande pide una fosa
grande. ¿Sabéis por qué es menester que el féretro sea tan grande y tan pesado?
Porque voy a depositar en él mi amor y mis penas”.
(149)
El hombre que huye de
los libros es como el murciélago o la cucaracha que escapa de la luz. Se siente
cómodo en la oscuridad; rebela indiferencia apática cuando de reflexionar se
trata, por eso se siente a gusto en la creencia de un Dios que su pensamiento
no cuestiona. Su espíritu poltrón lo lleva a aceptar cualquier tontería que no
afecte el valioso tiempo que necesita para remolonear por la vida con el mismo
entusiasmo con que Platero disfruta de la
grata sombra de las acacias y de los plátanos. Cuando percibe un mínimo de
luz, de agua cristalina, de viento purificador, siente que ha llegado el
momento de buscar cavernas más profundas, guaridas que lo lleven a un lugar
seguro donde ningún intersticio deje pasar un rayo de sol.
(150)
No os aferréis mucho
tiempo a un maestro, no vaya a ser que se desmorone una montaña y quedéis
sepultado bajo los escombros.
(151)
Los ignorantes, en su
mayoría formados en la ociosidad y la vileza, se alimentan de falsos valores y
se atiborran de esa fe ponzoñosa que venden las religiones. Quienes regentan
esos antros de estupidez y fanatismo, se enriquecen a costa de esos seres
conformistas donde la pereza mental prevalece sobre el sentido común. La
ignorancia nos enfrenta por todas partes; es frecuente tropezarnos con un
soberbio ignorante (especie rara) que está convencido que es una persona muy
culta: son los “dateros” de la
Internet. “¿Por qué se llama plátano de isla?, me interroga
un datero. “No sé”, le respondo sorprendido. “Tienes que leer”, me dice dándome una palmadita compasiva en el
hombro y se aleja con paso de gorila en celo. Lo más negativo de estos tipejos
es que suelen hacer proselitismo y logran captar muchos adeptos.
(152)
No he perdido el
hábito de conversar, lo que ha mermado en mí es la paciencia para escuchar
sandeces. Prefiero dialogar con mi espíritu, con mi otro yo; tomar la larga lista de libros que quiero leer o releer
y sumergirme en la lectura de alguno de ellos.
(153)
Todo hombre ignorante
es ciego a los valores; el conocimiento es algo banal e inútil para su existencia.
Lo insustancial y estúpido se presenta ante sus ojos como algo ingente,
grandioso, porque es incapaz de ver a la distancia; su visión de las cosas no
va más allá de la largueza de su brazo. Como mono que es, está llevado por el
divertimento, por lo superficial; huye de lo serio y transita por la vida como
coco. Vive encerrado en esa cáscara de nuez de la que nos habla Hámlet y,
cuando va a acostarse, se siente satisfecho de su vida y su devenir; y tiene,
al contrario del hijo del rey asesinado, buenos sueños:
¡Oh, Dios mío! ¡Si me pudieran confinar en una
cáscara de nuez me sentiría rey del espacio
infinito!
Pero tengo malos sueños.
Hámlet, II, 2
(154)
Pobre de tu corazón si
no sabe recordar el cuidado que los otros le prodigaron; condenado en el
infierno de la ingratitud estará por siempre.
(155)
Sólo
escuchando el eco de tu voz
podré
conocer la profundidad
de
tu alma; sólo conociendo
la
gravedad de tu alma
podre
entender la razón de tu llamado.
(156)
Tengo razones más importantes con que
llenar mi existencia que con fábulas
de santos, cuentos de dioses e
historias de viejas.
(157)
La dadivosidad ha muerto en mi corazón
tanto como la animosidad de ayudar al
prójimo. Ha muerto a fuerza de bofetadas
recibidas, en coces de mulas herradas
de traiciones. Al diablo con Jesús y sus
prédicas de santurrona santidad.
(158)
No conozco el rostro del que da,
sólo la expresión ladina del que roba o
recibe y que, lejos de agradecer, afila
las zarpas para obtener más frutos del
árbol generoso.
(159)
El gusano mira las alturas con asombro;
el águila mira al gusano y sonríe.
Algún día yo también estaré en la cima
de la montaña, dice el gusano a la
higuera que florece en la ladera.
La higuera también ríe y ríe el viento,
y la tierra, y los pájaros y hasta
las mariposas ríen mientras
el gusano sigue mirando las alturas
con asombro.
(160)
Era la misma alegría detrás de una máscara,
cantando
una canción de amor.(161)
Los lectores voraces,
ávidos de saber y comprender, son ejemplares en extinción, seres anacrónicos
donde la literatura insolvente y cretina se ha apoderado de los escaparates de
las librerías, dinosaurios condenados a vagar por una civilización que va
desapareciendo con ellos.
(162)
El único dios que
adoran los ambiciosos es el dinero.
(163)
La fuerza y la
grandeza moral de un hombre radica en su educación y la humildad con que sabe
guiar sus actos.
(164)
Recibo la confirmación
de Eco, de algo que me había dado vueltas en la cabeza en los últimos veinte
años: el 90% de los seres humanos son imbéciles. ¿Mi aporte a las estadísticas?
5% de ese 10% alcanzará esas metas en los próximos veinte años.
(165)
Hay Papas honestos. El
Papa León X, el mismo que llamo a Enrique VIII el difusor de la fe, dijo con
sorprendente pudicia: “Nos ha servido bien, este mito de Cristo”.
(166)
Borracho de soberbia y
de gloria, el olímpico Víctor Hugo despotrico de Voltaire y ninguneó a
Stendhal. Pasada la embriaguez, llenó a Voltaire de apologías que sobrevivirán
tanto como “Los Miserables”. La muerte lo privo de reivindicar a Stendhal y partió
hacia la eternidad cargando ese estigma.
(167)
La poesía es dejar atrás
lo que ya conocemos para adentrarnos en lo que no conocemos pero que intuimos.
(168)
Vemos pasar los otoños
con nostalgia; en cada hoja se van desprendiendo nuestros años.
(169)
La creencia en la vida
después de la muerte, la resurrección y la Inmaculada Concepción, se basan no
en pensamientos racionales sino en la pereza mental de un hato de conformistas
ociosos que dicen estar regidos por una fe inquebrantable.
(170)
Un Dios indiferente
que no hace nada por evitar los males que destruyen los ideales de su Creación no
es un Dios, sino un pobre diablo creado por otros pobre diablos ansiosos de un líder.
(171)
No era un hombre
bruto, pero daba la impresión de llevar años buscando su cerebro.
(172)
Un error frecuente en
mí es callarme unos instantes dándole la oportunidad a algún idiota para que me
muestre la riqueza de su estupidez.
(173)
La misantropía se va
construyendo con los golpes que dan el desengaño, las ingratitudes y el amor. Toda
una viscosa resaca de vivencias que se almacenan en el corazón.
(174)
Todo aquel que no es
capaz de hilvanar un verso o escribir algunas líneas en prosa, opta por el único
camino que le queda: la crítica literaria.
(175)
Sentarse a la mesa a
escuchar a Oscar Wilde disertar sobre arte y moral; oír recitar a Shakespeare el discurso de Marco Antonio ante el cadáver de
César; escuchar con voz nostálgica a Dickens hablar de David Copperfield;
sentir en el aire los versos de Byron en honor a un Shelley que arde de poesía a
orillas de La Spezia… ¿Habrá lugar disponible en ese banquete divino?
(176)
David Ben Gurión, el
primer ministro de Israel que planeó el secuestro de Eichmann de Argentina para
trasladarlo a Jerusalén para ser juzgado por su intervención en “la Solución Final
del problema judío”, murió el 1 de diciembre de 1973, librándose de ser
secuestrado por las atrocidades que Israel comete contra el pueblo Palestino.
(177)
Su rostro daba siempre
la impresión de estar buscando algo que no sabía que era.
(178)
Mi naturaleza necesita
del silencio como el pez del agua. El ruido me sumerge en una apatía propia del
buey que es conducido a su establo.
(179)
Hitler fue el causante de la “Solución Final”
al problema Judío; ahora ésta está en manos del hombre: la víctima es la
naturaleza.
(180)
Parecía un orador
preocupado tratando de encontrar las palabras precisas para ocultar su
ignorancia.
(181)
Si recordara con precisión
de reloj suizo todo lo que he leído, pasaría por ser uno de los hombres más
sabios de la tierra.
(182)
Políticamente el Perú es
un desastre ecológico irreversible, un pastel de fresas en las manos de un diabético,
navío sin timón al capricho de las olas.
(183)
Siempre habrá locos
que se pasen la vida buscando la felicidad; recuerdo de los aventureros
estadounidenses durante la fiebre del oro.
(184)
Mientras más riquezas
acumulemos, más irá decreciendo la honestidad de nuestros amigos para con
nosotros.
(185)
Ciertos seres nos
hacen recordar que todavía existen hombres de las cavernas, cromañones,
neardenthales vestidos a la usanza moderna.
(186)
Poderosa es la
conciencia al no permitir que aflore a nuestro pensamiento cosas inconfesables;
más fuerte aún, cuando lucha porque no salgan secretos que no quisiéramos revelarlos
ni a nosotros mismos. Destapado el cofre de lo encubierto comienza la lucha por
rechazar ese pensamiento sórdido.
(187)
El tiempo dice al
hombre: “Todas las vivencias que he dejado en tu memoria”.
(188)
Si por cada ingratitud
sufrida hubiera recibido una moneda, sería el dueño de un banco.
(189)
El amor a la soledad
es algo tan personal, que no hay compañía que valga, por más atractiva que esta
sea.
(190)
A nadie engañaron más
las mujeres que a Salomón. Moraleja: La sabiduría y las mujeres son
incompatibles.
(191)
Lima compendia todos
los vicios y todas las falsedades; Quasimodo sería el rey, Ricardo III un
vistoso noble y Esopo gobernador de todas las inmundicias. Dante pasaría inadvertido;
Goya y Murillo rebosarían de inspiración.
(192)
Los políticos tienen
una personalidad sádica y perversa que no dista mucho del cura inquisidor, o
del tecnócrata nazi que llenaba trenes con rumbo a Auschwitz o Treflinka con
una eficiencia maquiavélica o de los soldados israelíes cuando masacran a
civiles indefensos en la Franja de Gaza.
(193)
La tecnología va absorbiendo
al hombre común en una monotonía que no sería capaz de resistir.
(194)
La chusma y la canalla
aterran al hombre sabio como aves que se asustan de sus propias sombras.
(195)
Es inevitable ser
infiel de pensamiento. Ni el juez más riguroso se atrevería a mover el fiel de
la justicia.
(196)
La gran paradoja de mi
vida es ser un misántropo; debería aborrecer los espejos.
(197)
Caminar por las calles
abarrotadas de seres humanos, apurados, inmersos en su Facebook, evoca siempre
en mí una tristeza de aislamiento.
(198)
La ley en manos de los
hombres vive la suerte de los peces atrapados por un anzuelo cuyo largo sedal
termina en la mano perversa de los malos gobernantes.
(199)
En la lucha por la
supervivencia el hombre tiene presente la ley de los océanos: una sardina
atrapa un atún, un atún a una barracuda y una barracuda a un tiburón que, al
final, termina atrapado en el hamo cuyo grueso sedal acaba en las manos del
hombre.
(200)
Su cara de sabueso le
daba el aspecto de un perro desinflado.
(201)
Quienes sujetan hoy
con mano injusta la soga del verdugo, sentirán en sus cuellos el justiciero
final que les dará la muerte.
(202)
Jesucristo, al igual
que en muchas religiones, hablaba de ángeles y reinos que no eran de este
mundo. La imaginación desbordante de este hombre hubiera sido de gran utilidad
a la NASA, sobre todo en estos tiempos de gran competitividad aeroespacial.
(203)
“Al hombre inteligente
y culto le es fácil reconocer a otro igual o parecido a él; el bruto, el
mediocre, la gentuza posee el olfato nulo para estos menesteres”.
(204)
Los conservadores a
ultranza están poseídos de un misoneísmo morboso; atesoran las cosas obsoletas,
viejas y conocidas. Parecen despreciar y temer a la novedad.
(205)
Los que se esfuerzan
por ser lo que quisieran parecer, deberían enfocar ese esfuerzo en ser
realmente lo que quieren ser.
(206)
Son pocos los hombres
que perseverantemente van creciendo en su desarrollo, prosperando sin detenerse
de un grado a otro en su marcha hacia sus fines.
(207)
La buena educación es
la luz que lleva al alma y al espíritu por el buen camino, dotándolos de una
férrea voluntad para afrontar los obstáculos que se les presenten.
(208)
Nuestra vida es breve,
pero solo será productiva si hacemos de ella un ejemplo de honestidad.
(209)
Por más esfuerzo que
pongamos, no podremos prestarles la debida atención a nuestros hijos cuando son
numerosos. Cada uno de ellos es como un campo de cultivo que debemos irrigar
con nuestro amor y cuidados. No seamos como el río cuyo caudal disminuirá al
dividirse en muchos afluentes. Nuestro amor se debilitará al repartirse entre
muchos seres.
(210)
No debemos privar a la
mujer del mérito que le cabe como impulsor secreto de nuestros logros.
(211)
El amor es como subir
por una escalera, un sentimiento que como todos los sentimientos va aumentando
progresivamente. Nace de una primera impresión (atracción); pasa a una
simpatía; se llega al enamoramiento; como el carbón, se encendido en un deseo;
luego llega el amor que se intensifica con la pasión. Su punto negativo estaría
en llegar a la obsesión que, alimentada por los celos, puede convertirse en un
fierro caliente que nadie puede sostener.
(212)
El rostro de la mujer
amada tiene para nosotros la belleza de un mar azul, de un ocaso con un sol
amarillo sobre un fondo gualda, se un glaciar con si nieve límpida y
silenciosa; su voz, la armonía del trino de un canario en libertad.
(213)
La muerte no priva de
lo que un hombre bondadoso y hermoso de corazón ha sido. Deja a su paso por la
vida impronta luminosa como la de un cometa que surca nuestro espacio durante
algunas horas.
(214)
El deseo de vivir está
íntimamente ligado a la emoción que podemos encontrar en ella.
(215)
La vida es una lucha
constante entre nuestra voluntad y esa dosis de malignidad que muchas veces nos
quiere doblegar, esas oscuras fuerzas de los duendes como decía Ibsen.
(216)
Una mujer hermosa e
inteligente y un hombre honrado y emprendedor es la combinación perfecta de un
matrimonio. Es como si un dios moldeara en un crisol la fórmula de la
felicidad.
(217)
Pitágoras no solo fue
un gran matemático, destacó como filósofo de la naturaleza, teólogo, filósofo
de la música y fundador de una comunidad político – religiosa de discípulos
establecida en Crotona (Italia del sur). En la antigüedad fueron cuantiosas las
compilaciones de máximas a través de las que supuestamente, el sabio de Samos
transmitió sus enseñanzas y que los propios pitagóricos conocían como akúsmala (“lo oído”) o sýmbola (“símbolos”).
Diógenes Laercio (VII,
17 – 18) cita algunas consignas de significado abstruso para los no iniciados,
como, por ejemplo, “no atizar el fuego
con una espada”, “no comer lo que cae de la mesa”, “no pasar por encima de una
balanza”, “no sentarse ociosamente sobre el quénice (medida de trigo)”, “no comer corazón”, “no llevar en el anillo la
figura de un dios” o “borrar las
huellas de la olla en la ceniza”.
(218)
Una buena forma de
formar nuestro espíritu y fortalecer una vida integra y proba es prescindir de
todo aquello que criticamos en los demás.
(219)
Los hombres solo
obtiene palabras de alabanza cuando están poseídos de una fortuna económica,
cuando disfrutan de poder en sus funerales.
(220)
Hay momentos en que
sentimos la necesidad de detenernos en el transcurrir de nuestros días para
meditar sobre el hecho de cómo la estamos llevando. Una hija ha caído de una
rama llamando la atención del árbol.
(221)
La buena educación
sale a la luz cuando saludamos al
director de la escuela con el mismo
respeto con que saludamos al jardinero, al portero o al personal de limpieza.
(222)
Si los animales
tuvieran la capacidad de llorar, el mundo estaría invadido de sollozos.
(223)
¿Será el matrimonio
una transacción sentimental donde cada una de las partes termina obteniendo lo
que no quería?
(224)
En los primeros años
de nuestro matrimonio a la pregunta de ¿Cómo
está su esposa?, solemos contestar con cara sonriente “Muy bien”; después de diez años de estar juntos y tres hijos a
cuenta, respondemos a la misma pregunta “¿Comparándola
con quién?”
(225)
Los días escolares son
los más dichosos… para los padres, pero no para los hijos. Sucede lo contrario
con las vacaciones.
(226)
La llave del hombre
sabio para abrir el cofre de la sabiduría se llama curiosidad.
(227)
La gloria del poeta
está en capturar con firmeza con sus palabras lo que no ha hecho más que
vislumbrar endeblemente su espíritu.
(228)
Hasta los hombres más
duros de carácter terminan doblegándose a la bondad; son como el fruto del
nogal que se muestra blando y tierno una vez que ha sido quebrada la dura
corteza que lo protegía.
(229)
En el transcurso de
nuestra vida llevamos una alforja en la espalda donde vamos acumulando
experiencias y conocimientos que nos servirán para sobrellevar los duros
inconvenientes de la vejez.
(230)
El artista vive en
comunicación constante con la naturaleza: donde el hombre común ve un
atardecer, el artista disfruta del rosicler y del trinar del vencejo. Los ojos
del alma están atentos para que nada se le escape a paso de vuelo.
(231)
Después de viajar con
Dante y Virgilio por las tenebrosidades del Infierno, concluimos que a la
traición no se le puede aplicar peor calificativo que su propio nombre.
(232)
La expresión de
nuestro pensamiento debe ser claro como el agua que reposa en el bernegal, y no
como la oscura del mar. Luz no tinieblas, música no silencio.
(233)
Siempre que me he
topado con algo que no conozco he dedicado mucho tiempo a investigar sobre
ello; he hecho del conocimiento y la verdad mi única religión.
(234)
El matrimonio es un
lazo que se va debilitando con los años, lo cual no implica que necesariamente
se desate. El fuego de la pasión va perdiendo la intensidad de su calor hasta
terminar siendo una tenue llama en el candil de la alcoba.
(235)
Un hombre privado de
todo, luchando diariamente para obtener su alimento, su vestido, todas sus
necesidades, es un hombre pleno de satisfacciones cada vez que logra algo.
Supongamos que este hombre tuviera todo al alcance de la mano para vivir, y que
el trabajo y esfuerzo fuera algo que, por ende, no conoce. ¿La ociosidad no
sería motivo de aburrimiento e insatisfacción?
(236)
Los hombres se
envanecen creyendo que son los más poderosos con sus bombas inimaginables,
aquellas que han hecho empequeñecer a las de Hiroshima y Nagasaki. Los que mandan
son los terremotos y los tsunamis, los volcanes en erupción y las lluvias
torrenciales con sus inundaciones de ríos desbordados, los glaciares y las
frías temperaturas se sesenta grados bajo cero. Mientras el hombre yergue su
frente soberbia, la naturaleza esboza la sonrisa del conquistador.
(237)
La buena educación
debe encontrar su punto medio entre el exceso de la intolerancia y la
prodigalidad en la templanza.
(238)
La grandeza de Roma no
fue demolida por Cicerón, Plauto, Ovidio o Virgilio; sino por hombres como
Julio César, Tiberio y Calígula, que no tuvieron la magnificencia de
corresponder a la Ciudad Eterna con la grandeza que esta se merecía.
(239)
Gastan palabras en
quien no ha nacido para escuchar, es imitar las acciones de Ulises quien, por
no participar en la expedición a Troya, se fingió loco, labrando una playa con
un buey y un asno uncidos al arado y sembrando sal.
(240)
La caída de Adolfo
Hitler y su Tercer Reich, demostró que una tarima de orador puede ser tan
resbaladiza como el trono de un emperador.
(241)
Nadie nos puede dañar
más que nosotros mismos. San Bernardo decía que llevaba consigo el daño que se
causaba y que solo sufría por sus propias faltas.
(242)
Tendemos a pensar siempre
en lo peor; nuestra inseguridad nos vuelve catastróficos, cuando la felicidad y
la serenidad duermen a nuestro lado esperando que la despertemos.
(243)
La vida es un payaso
que hace malabares con una cebolla.
(244)
La mejor forma de
lograr que un niño o un adolescente nos obedezca es indagar que le molesta, o
que es lo que quiere. Educar no es tirar de una cadena para que se nos siga,
sino estirar una mano para que nuestros hijos nos acompañen.
(245)
Si hablamos de
cuestiones sexuales con nuestros hijos con la naturalidad con que comentamos
una película o el contenido de un libro, cuanto se reduciría la población de la
tierra.
(246)
Cuando nos miramos en
el espejo descubrimos tres imágenes: lo que realmente somos; lo que creemos ser
y la que los otros ven.
(247)
Nadie está libre de decir estupideces; lo malo
está en esmerarse en decirlas y revestirlas de genialidad.
(248)
Cuando nos encontramos
con un idiota que insiste en sostener una idea idiota, pongamos cara de idiota
para que crea que está defendiendo una genialidad.
(250)
No se puede negar el
valor de la fruta, tierna y jugosa, dulce y carnosa; pero acaso las hojas del árbol
no nos guarecen del sol y de la lluvia.
(251)
El riachuelo más
apacible no serpea sobre la roca sin carcomerla, ni el tiempo, por lento que se
nos parezca, pasa por la sociedad sin transformarla como el agua burila la
piedra, el transcurrir de los años modifican el sentir de los pueblos.
(252)
Los hombres difícilmente
pueden ocultar un secreto; cuando los labios están sellados los ojos hablan y
muestran el pensamiento que la boca aprisiona.
(253)
Quienes poseen una
voluntad anquilosada se convierten en seres estériles y rutinarios, repitiendo
hoy lo que hicieron ayer, sin percatarse que cada día que acontece ha de ser
para el afán humano una nueva oportunidad de renovación.
(254)
La buena lectura
alivia los dolores del alma y mantiene alejados de nosotros a la pereza y a la
ociosidad, caldo de cultivo para males mayores.
(255)
La educación y el
conocimiento son las armas precisas para combatir el mal, ese virus maligno que
quiere hacer de nuestra vida un despojo humano.
(256)
Las cabezas de los
hombres ignorantes son campanas sin badajos, balanza sin fiel, relojes sin
agujas, cántaros vacíos que solo sirven para producir ruido.
(257)
La
pregunta que debemos hacernos al despertar cada mañana es: ¿Qué aprenderé hoy?,
acostarnos por la noche: ¿Qué aprenderé mañana?
(258)
Todos
los días las oportunidades caminan al lado nuestro; solo los hombres verdaderos
tienen la capacidad de percibirlas y sacar provecho de ellas.
(259)
Nuestros
actos en la vida debemos realizarlos pensando que podrían ser incluidos como
leyes de conducta para una Constitución Universal.
(260)
Debemos
tener buen tino para darnos cuenta de la inteligencia que poseen nuestros
enemigos.
(261)
Las
cualidades morales de una mujer parten del uno y llegan hasta el infinito; su
belleza física, en cambio, parte de uno y se va disipando a medida que pasan
los años.
(262)
El
amor, a diferencia de la amistad, surge intempestivamente y se va perdiendo con
el paso del tiempo; la amistad, se va forjando con los años y nos puede
acompañar hasta la muerte.
(263)
Juzgar
a una mujer por su apariencia es como juzgar un libro por la belleza de su
encuadernación. Puede que se dé el caso de un cerebro cacoquímico o de una
prosa simplona donde huelgan las ideas.
(264)
Solo
perdono a los estúpidos que por ser demasiado altos, no son culpables de que la
inteligencia no haya llegado a parajes tan elevados.
(265)
Si todas las mujeres fueran inteligentes, bellas y
pretenciosas, quién se casaría con los hombres feos, vulgares y estúpidos.
(266)
La obsesión de una mujer puede dañar más que el
odio de un hombre.
(267)
La vida es como un árbol, donde cada hoja que se
pierde es como un día que pasa, por ende, la muerte será el inexorable otoño.
(268)
Si eres severo con tus hijos no puedes ser amigo de
ellos; si eres temido en extremo terminarás esclavizado a sus caprichos.
(269)
A todo hijo hay que
mostrarle los medios que tienen en su interior para enmendar sus errores, así
como hacer ver sus virtudes para que pueda corregir a su prójimo.
(270)
¿Será la felicidad
tener el cuerpo sano y el ánimo alegre?
(271)
La naturaleza esencial
de la existencia de Dios es inexpresable.
(272)
Todo cuanto nos
acontece en el interior (alma, espíritu) se refleja inmediatamente a través de
nuestro cuerpo.
(273)
Los matrimonios
apresurados son como las frutas verdes: amargas, insípidas.
(274)
El valor de cada
hombre se mide por la educación recibida por sus padres y maestros.
(275)
Un mal maestro puede
ser la causa de miles de almas perdidas.
(276)
Si quieres ayudar a
alguien no lo sorprendas por sus delitos, sino procura que no los cometa.
(277)
Nos empeñamos en hacer
dinero para dejarles a nuestro hijo una sustanciosa herencia que, en muchos
casos, despilfarran por no habernos preocupado en prodigarles tiempo y dejarles
a simple vista nuestras virtudes y buenas acciones.
(278)
El tiempo que
perderíamos en convencer a un tonto de su error es demasiado precioso para
darnos el lujo de tirarlo por la borda.
(279)
La adulación es un
billete falso con que el estúpido compra chucherías en la feria de las
vanidades.
(280)
Mozart, Beethoven,
Wagner… ¿Cuál fue el más grande? Es difícil precisarlo tratándose de cumbres.
(281)
Algunos se quejan de
que alguien hable mal de nosotros con todo el mundo; consolémonos imaginándonos
que seria que todo el mundo hablara mal de nosotros.
(282)
Llena el buche del
pájaro todos los días y no volverá a acariciar el cielo.
(283)
Es peligroso
acercarnos al Infierno porque el mal no puede sufrir derrotas.
(284)
En un hogar donde no
existen libros ni hábitos de lectura no puede fecundar la semilla del
conocimiento.
(285)
Adquirir el hábito de
lectura es encontrarle sentido a la vida. El entretenimiento que nos deja la
tecnología no deja rastros ni en el espíritu
ni en el alma. Lo leído perdura en nosotros durante toda la vida.
(286)
¿Será que la
diferencia entre los sueños y la muerte es que en el primero la luz nos permite
ver imágenes mientras que en la segunda la ausencia de luz nos hará andar entre
las tinieblas eternamente?
(287)
Nadie se ha muerto se
soledad por carecer de amigos o de amor.
(288)
Solamente entre las
almas puras, libres de ambiciones y prejuicios puede surgir la amistad como un
haz de luz que surge de la oscuridad.
(289)
Nunca se podrá amar a
una mujer sino se hace el esfuerzo sobrehumano de comprenderla.
(290)
Lo peor que nos puede
suceder, no es que los otros pierdan la confianza en nosotros; sino que
nosotros perdamos la confianza en sí mismos.
(291)
Muchas veces
terminamos amando lo que no deseamos, lo que podemos amar y no lo que
hubiéramos querido.
(292)
No dejemos que un
fracaso nos deprima, que sea la primera piedra de experiencia sobre la que
construimos la torre de nuestros éxitos.
(293)
El ignorante tiene la
posibilidad de ir de la mano del hombre sabio, para que con el paso del tiempo,
pierda su condición; el mediocre siempre quiere ir solo.
(294)
Si abres las puertas
de tu alma a todos los vicios, nunca podrás salir de ella cuando lo requieras.
(295)
Nuestras palabras son
como las ramas del árbol; nuestras reflexiones y pensamientos son las raíces.
(296)
Andemos con cuidado
por la vida, pues el mal tiene muchas veces la apariencia insignificante de la
hierba que tiene la fuerza suficiente para someter bajo ella a la tierra.
(297)
El temor es como un
espejo que agigante el tamaño de la imagen que se muestra ante él; es lo que
sucede cuando nos enfrentamos con cobardía a nuestros problemas.
(298)
Una sola chispa puede
incendiar un bosque, así como un solo vicio nos puede hacer propensos a otros.
(299)
A veces buscamos
fuerzas que parecen inalcanzables que yacen en el fondo de nuestras almas.
(300)
Somos prestos y
hábiles para socorrer a otros de los males que nos aquejan también a nosotros y
de los cuales no hemos podido librarnos.
(301)
La mujer tiene el
poder de liberar a los hombres de sus desgracias, así como para hundirlos en
ellas cuando se sienten afectadas por nosotros.
(302)
Ante la fuerza
irracional de un idiota lo más sabio es alejarnos cuanto antes de la fuerza de
su poder gravitacional.
(303)
Los estúpidos
envejecen como los bueyes; aumentan el volumen de su estulticia pero no su
sabiduría.
(304)
El hombre sabio posee
la inteligencia de arrepentirse antes de cometer el pecado.
(305)
Si existía un convenio
entre Dios y la conciencia del hombre, este se ha quebrado desde hace miles de
años. Lo que parecía absurdo, imposible, inexplicable, es hoy en día una
realidad. Ahí están las guerras fratricidas, las matanzas de elefantes,
rinocerontes, ballenas y la destrucción de la naturaleza como prueba innegable.
(306)
Los cobardes son
afectos a las batallas donde saben que van a vencer.
(307)
El que domina sus
pasiones tiene la habilidad del equilibrista que camina sobre una cuerda sin
necesitar la seguridad que brinda la malla de protección bajo sus pies.
(308)
La disposición del
ánimo varía como lo hace el mar: ora tranquilo, ora agitado, ora encabritado,
ora tempestuoso e incontrolable.
(309)
El hombre es esclavo
del mundo físico, pero es tan estúpido que se pasea orondo y autosuficiente
sobre él, sin saber que bajo sus pies lo esperan miles de trampas de
infortunio.
(310)
El tiempo debilita al
amor, pero fortalece y ennoblece al hombre sabio.
(311)
El espíritu humano
posee muchas fuerzas que permanecen a la espera que las avivemos y las
despertemos. La ocasión es la campana que las pone en alerta; los mediocres son
sordos a estos llamados.
(312)
Carecer de sabiduría
denota un grado de imbecilidad en constante crecimiento.
(313)
El hombre que sabe
aprovechar las ocasiones va acumulando en su alforja los éxitos y los triunfos.
Hay quienes llegan a la tumba con la alforja vacía.
(314)
La vida me ha enseñado
que hay hombres desgraciados que olvidan los favores que les hacemos; otros que
los niegan con el mayor desparpajo y otros que los cobran con intereses
tiránicos.
(315)
Vivamos sin enojos,
sin lamentos, sin envidias, sin odios, sin venganzas, sin insidias, sin celos;
¿no nos estaremos acercando a Dios?
(316)
No basta para una
buena educación lo que otros hacen por nosotros; a esto hay que sumarle lo que
hacemos nosotros mismos por nosotros con el solo propósito de acercarnos a
nuestra naturaleza sin pretensiones de perfección.
(317)
Cuando tomamos la
decisión de emprender el viaje hacia el logro de un objetivo, no miremos hacia
atrás, si nos detenemos a descansar; lo más prudente es mirar con entusiasmo lo
que aun debemos andar.
(318)
Una mujer sin educación
en una sociedad machista e intolerante con sus derechos, la asemeja a un asno
de cuyas enorme orejas cuelgan pendientes de oro.
(319)
Cuando nuestra barca
de esperanza se hunda en la mar turbada, y todas nuestras expectativas se tornes
al revés, de nada sirve desasosegarnos, pues, ese desasosiego no nos aprovecha
sino que nos quita la mesura que necesitamos para remontarnos.
(320)
Para afrontar el
provenir, hagamos que algunas experiencias positivas del pasado resuenen como
tañidos en nuestra memoria; esas serán las bases para realizar las innovaciones
necesarias.
(321)
Debemos defender la
verdad hasta con nuestra vida, pero no seamos sus predicadores hasta la
intolerancia, porque eso sería hacer de nuestro pensamiento la tumba de la razón.
(616)
(640)
/
(322)
Más fácil se nos hace azotar a un rinoceronte con
una pluma de canario y que sienta dolor, que hacer leer un libro completo a la
gran mayoría de nuestros “ilustrados” estudiantes.
(323)
El autor de “Frutos de la educación” llamó al
diario El Comercio “un carretón de basura
tirado por dos mulas chilenas” en alusión a Villota y Amunátegui. ¿Qué
diría ahora de El Comercio de hoy, de su Perú 21 y de ese flamante tesoro de
cultura llamado El Trome?
(324)
En el país de los ciegos el tuerto es el rey, pero
sigue siendo un rey tuerto.
(325)
En el país de los tuertos, el ciego gana por ojos.
(326)
En el país de los sordos, el mudo es el rey.
(327)
En
el país de los cojos, el paralítico gana con su silla de ruedas.
(328)
Quien
no se conoce a sí mismo es un ciego que da tumbos en un camino sinuoso. Luego,
de ese difícil y tortuoso conocerse a sí mismo, el hombre será capaz de conocer
y comprender las leyes de la naturaleza, las normas que rigen la sociedad donde
vive, los complejos cánones que determinan el transcurrir del mundo, los
misteriosos entresijos donde se han formado las religiones decadentes. El hombre
está aquí no para permanecer estático como una ostra, sino para remover las
piedras que ocultan los misterios del origen de la vida. Pensamiento y acción
dejan de lado la fe ciega y las supercherías medievales, debe aclarar lo que
permanece brumoso por obra de aquellos que detentan poderes celestiales y se
ungen como portadores de una voz divina.
(329)
Nos
enamoramos, nos casamos y, con la pasión llegan los hijos con su bullicio
encantador. Trabajamos día a día como bueyes para comprar una casa y llenarla
de muebles, camas, libros y todo lo que se necesita en un hogar normal.
Nuestros hijos crecen son que lo percibamos: hemos salido temprano cuando
estaban dormidos y hemos llegado de noche cuando estaban acostados; solo con
verlos dormidos nos damos cuenta que el tiempo ha pasado llevándose sus voces,
sus risas y sus juegos. Una mañana nos despertamos y nos damos cuenta que “yo voy por un camino, ella por otro”.
El fatigoso y doloroso malestar de la separación nos dice que todo fue solo un
sueño.
(330)
Este
mundo que parece desértico de cerebros juiciosos se consuela en sus hombres
extraordinarios cuyas virtudes transformaron la sociedad en diferentes campos
del saber, verbigracia, Newton y Euler en la ciencia, Popper y Derrida en la
filosofía, Freud y Jung en la psicología y la psiquiatría y un sinnúmero de
cabezas pensantes con cuyos nombres podríamos llenar un volumen imaginario de
cien mil páginas. Pero al otro lado de la valla, la Enciclopedia de la
Ilustración liderada por Diderot con sus vistosos mamotretos sería un panfleto
comparado con la colección que se podría formar con los nombres de tanto lastre
nacido sabe Dios cómo. Sin los virtuosos, el mundo sería un desierto donde no
crecería ni un triste hierbajo.
(331)
Podemos
olvidar las palabras que nos hirieron, los golpes recibidos en la carne y que
tantos moretones nos dejó, pero jamás olvidaremos cómo nos sentimos en ese
momento.
(332)
La
inteligencia es el instrumento que tiene la capacidad de manejar y controlar
todas las actividades del cerebro. A esa conclusión nos lleva cualquier libro
actualizado de neurología. Pero es el hombre, a través de su razón, quien a fin
de cuentas dirige y orienta esa inteligencia que va desarrollando a través de
dos años. La experiencia, con sus aciertos y sus yerros, juega un papel vital
en el logro de este complejo engranaje.
(333)
Si
Dios fuese un malvado, no habría tanta maldad aquí en la tierra.
(334)
La
mafia italiana le tiene una deuda impagable a la Iglesia, el haberle dado el
prototipo perfecto de una organización delictiva.
(335)
Muchos
hombres lucen un cuerpo sano, atlético, vistoso; las mujeres, esbeltos cuerpos
con curvas bien formadas y ornatos corporales llamativos. Todo estaría bien
(mente sana en cuerpo sano) sino fuera porque en muchas de esas cabezas anida
la ineptitud que solivianta el ánimo del sabio. En esos cráneos las ideas
huelgan, el desarrollo de la memoria y de la creatividad permanece estático
ante la falta de lectura; las tinieblas de la ignorancia dominan esas mentes y
de seguro se irán a la tumba antes de que les llegue una chispa de luz
vivificadora brotada de la cultura. El hombre medianejo y bruto, aunque vaya
vistosamente vestido, siempre será mediocre y bruto.
(336)
La
mayoría de los estudiantes tienen mucho que preguntar. No lo hacen por timidez,
por vergüenza; ergo, los tímidos y los vergonzosos permanecen en la ignorancia.
(337)
Los ingratos sufren de amnesia; yo sufro de amnesia
ante los ingratos.
(338)
Vivo la vida con intensidad, gasto mi dinero
frugalmente y no lo acumulo con codicia. Amo en el momento.
(339)
Si
no intentamos algo, ese algo no
existiría nunca. El algo es el
nacimiento del éxito o del fracaso. Lo peor que nos puede pasar es no intentar
nada.
(340)
Si
el espíritu de los muertos mira desde la magna eternidad la vida efímera de los
vivos, es seguro que más de uno se alegrará de ser miembro del más allá.
(341)
La
escala de valores de los que han hecho riquezas a zancadillas está supeditada a
su codicia.
(342)
En
esta vida de infortunios los peligros más graves no son físicos sino morales.
(343)
La
historia nos ha demostrado que toda colonización, venga de donde venga, termina
emasculando el espíritu del subyugado.
(344)
Los
políticos tienen una coraza de corrupción que los hace impermeables a toda moral.
(345)
La
mayoría de los hombres se quedan anclados en esos efímeros momentos de placer
que brinda el sexo; incapaces de saltar la valla que los lleve a una relación
estable, constante a lo largo de meses y años, en que al amor se van agregando
dosis de comprensión, compartimiento, amistad, diálogo y solidaridad, terminan
su vida como lobos solitarios sin que esto implique fracaso existencial.
(346)
El
hombre común y corriente tiende a atomizarse en el fango de su mediocridad
hasta desaparecer, como un borracho que se ahoga en su propio vómito.
(347)
La
naturaleza transforma el yermo más severo en terreno verdeciente y, donde
parecía imposible, surge ante nuestros ojos un paisaje edénico que nos hace
pensar en un poder divino: un arroyuelo, una flor, la hierba aromática que
hipnotiza los sentidos.
(348)
Los
libros ejercen un sacerdocio cada vez más peliagudo. En su mudez, tienen que
batallar día a día con una tecnología vocinglera, fútil y estúpidamente
seductora.
(349)
Traemos
al nacer reclusa en los genes una herencia de nuestros padres. Algo podemos
valorar de ese legado, pues, tenemos la capacidad de discernir entre lo bueno y
lo malo, lo que debemos conservar o desechar. La férrea voluntad y la
convicción deben tomar las riendas en la justa. ¿No es acaso la convicción, la
voluntad que tiene el ser humano para lograr sus objetivos?
(350)
El
hombre sabio es sometido desde niño al yugo del Catolicismo; llenan su cabeza
de Adanes y Evas, de Diluvios y Arcas, de resucitados y paralíticos que caminan
o de ciegos que ven de un momento a otro. Y qué decir de Vírgenes Inmaculadas y
Paraísos Celestiales.
A
medida que el hombre sabio se instruye en el estudio de la Biblia, su
incredulidad crece como la espuma en una lavadora hasta convertirse en un ateo
irreverente o un agnóstico mesurado.
(351)
Judas
pagó con la horca su “traición”, valiente hasta el último, tuvo la hombría de
colocar el ceñidor en la higuera de Hinnon y dar el salto hacia la oscuridad.
Qué diferente esta actitud viril acompañada con la cobardía de Pedro, el
pescador de Galilea, hombre tosco, burdo e ignorante que prefirió esconderse tres
veces tras el canto de un gallo, antes de ir a dar a la picota como su Maestro.
Y pensar que este zamarro es el Padre de una Iglesia fanática y arbitraria.
(352)
Desprovisto
del vivir pacífico de un koala, de los hábitos monogámicos de un cóndor y del
amor filial tan característicos de las cigüeñas, el hombre como en sus
orígenes, va blandiendo su clava, enarcando sus cejas amenazadoramente y
vociferando su lenguaje soez y virulento por toda la tierra, como diciendo:
¡Cuidado conmigo! ¡Yo mato!
(353)
La
gente tibia siempre mira con recelo a los apasionados. Cuando dan un paso su
sombra los asusta, un murmullo es a sus oídos un grito, una pequeña ola una marejada,
un ventarrón un huracán que amenaza su seguridad y se refugian dentro de sí
mismos como el hombre de las cavernas ante los relámpagos, truenos y rayos.
(354)
La
gente abúlica siempre consideró peligrosa a las personas dinámicas que los
llevan a hacer aquello que ellos saben que es deber suyo; un peligro al que es
difícil escapar, un reto que no pueden evitar aunque tiemblen como un junco
ante una tempestad.
(355)
La
imaginación es la capacidad de tomar la realidad, lo conocido y darle una forma
nueva, un nuevo diseño. Las combinaciones pueden ser muchas, todo depende que
desarrollemos y ejercitemos constantemente, como hace un poeta o un narrador,
esa capacidad.
(356)
El
falso mundo en que transcurre nuestra vida es fruto de un engendro nacido de la
maraña de ilusiones culturales en la que vivimos, un dédalo de humo y espejos
engañosos que distorsionan la realidad e impide que tengamos una visión clara
de los acontecimientos. En el campo económico, la gente se provee
indiscriminadamente de tarjetas de crédito arrastrados por el consumismo voraz
promocionado por una propaganda tentadora. El resultado: correos certificados,
notas de embargo, llamadas telefónicas, juicios, expropiación de propiedades
hasta llegar al punto clímax; el empobrecimiento.
(357)
La
educación y la instrucción van desde la niñez hasta la juventud. El hierro está
ya forjado y el árbol muestra la fortaleza de un tronco que ninguna tormenta
logrará quebrantar.
(358)
El
hombre de coraje no se desespera en la necesidad ni se envanece en la
prosperidad; el éxito lo recibe con humildad y, ante el fracaso, evalúa los
hechos para no volver a caer. Su dominio ante las alabanzas o los insultos lo
hace capear el temporal hasta que las aguas regresen a su nivel normal.
(359)
Hay
formas de ofender sin necesidad de proferir palabra alguna: mostrándole un
peine al calvo o una nuez al desdentado es un buen comienzo.
(360)
Ver
el “Moisés” de Miguel Ángel o la “Gioconda” de Leonardo, nos hacen
pensar en los ensayos, los desalientos, los sueños, las ratificaciones, los
azares favorables o desfavorables que esos hombres dotados de genio sobrehumano
y dueños de sí mismos tuvieron que afrontar.
(361)
En
literatura, en vez de crear mundos en los cuales podamos soñar con el arte y la
belleza, sendos escritores, seducidos por el dinero fácil, crean en sus libros
un ambiente de mediocridad semejante al que nos vende la televisión y los
periódicos. Las modas frívolas, el mal gusto de las muchedumbres, la
huachafería y la violencia, son sus temas preferidos. En otras palabras, se ha
prostituido la literatura por obra de unos gangsters que no conocen del arte
más allá de sus narices.
(362)
La
vida bien empleada es calidad no cantidad.
(363)
En
una conversación común y corriente entre dos personas, x e y… ¿Cuánto de
sustancia existe? Dice Ercilla en La
Araucana:
“Siempre la brevedad es una cosa
con gran razón de todos alabada,
y vemos que
una plática es gustosa
cuanto más breve y menos afectada…”
Y
termina la estrofa:
“Que el manjar más sabroso y sazonado
os deja, cuando es mucho, empalagado”.
(364)
Cuando
nos expresamos son asertividad le cerramos el camino a la ambigüedad.
(365)
Una
palabra equivocada en un escrito, es un rosal que no da rosas.
(366)
La
buena memoria es un gran río de agua clara, donde se retrata transparentemente
cada etapa de nuestra existencia.
(367)
En
un mundo de corrupción, los malos abogados son piezas claves en esa maquinaria
de calumnias e infamias; maestros eximios en fomentar la mentira, muestran la
elocuencia de Cicerón contra la justicia y la sabiduría de Sócrates para
instaurar la falsedad.
(368)
El
ronroneo del gato y la cola que mueve el perro son manifestaciones del amor del
cual no podemos dudar. Es el amor humano y tirano el que nos hace llorar y
desvela.
(369)
Las
mujeres y los hombres interesados son como los simios, no sueltan una rama
hasta que no tienen asegurada la otra.
(370)
Hay
que cuidarse al darle confianza a un desconocido; dale una caricia a un gato y
te pedirá un plato de leche.
(371)
Las
enfermedades nos hacen reflexionar sobre el hecho de que es más importante
vivir el presente con entusiasmo e intensidad que vivir en el desánimo que
puede provocarnos lo que será el futuro.
(372)
La
dicha que viven las personas se refleja en su amabilidad, que las lleva a ser
más serviciales y confiables. La lucha por hacer de esta dicha una cotidianidad
es dura y requiere mucha serenidad.
(373)
No
hagamos del amor y la felicidad una asustadiza mariposa. Seamos contemplativos
con ella: si la acosamos y la perseguimos se alejará y buscará esconderse.
Centrémonos en alimentar ese amor y esa felicidad con nuestras acciones y
veremos que esa mariposa siempre encontrará una flor cerca de nosotros donde
posarse.
(374)
Los
hombres se esmeran generalmente en adquirir riquezas materiales que con el
tiempo se deterioran y se hacen inservibles y que no nos dejaron más que un
placer o beneficio pasajero. Es el conocimiento, que alimenta nuestro espíritu,
el que dará, a través de nuestros hijos, un sentido de trascendencia.
(375)
El
hombre que envejece noblemente es aquel que se presenta a los jóvenes como
alguien dispuesto a brindarles su apoyo, comprensión y experiencia y no como un
oponente que encuentra ridículo y erróneo cualquier idea de cambio.
(376)
A
los niños hay que educarlos comparándolos a como actúa la naturaleza: los
guijarros no se moldean a golpe de martillo sino con un viento acariciador o
una lluvia cantarina.
(377)
Los
atavismos primitivos suelen cubrirse de una pátina de cultura y modernidad,
pero al final resultan ser como una barra de plomo bañada en oro.
(378)
Sacarle
una chispa de ingenio a un tonto, maravilla y escandaliza tanto como sacarle un
relincho a un asno.
(379)
Si
hemos sido buenos maestros y viviéramos mil años, nuestros discípulos nos enseñarían
tanto como les hemos enseñado nosotros.
(380)
Si
sabemos educar y enseñar con tolerancia y efectividad, nuestros alumnos
vivirían pendientes de nuestras enseñanzas.
(381)
Debemos
criar a nuestros hijos como si fuéramos el arco y ellos la flecha, teniendo en
cuenta que algún día la cuerda dejará salir la saeta camino a la libertad.
(382)
Un
buen poema es aquel que, aun puesto en prosa, despide la sonoridad y la armonía
del verso.
(383)
El
pintor capta la belleza en el paisaje con la misma destreza que el músico en el
aire; el poeta atrapa ambas, porque su verso está provisto de colores y ecos.
(384)
El
hombre bondadoso es como la rosa que florece en primavera; el malvado, el
espino que añora el otoño para que nadie perciba su fealdad.
(385)
El
amor verdadero es capaz de soportar hasta la muerte del ser que ama, pero jamás
una traición.
(386)
El
arte es el reflejo del alma; una
pintura, un poema, una sinfonía, una escultura, no es más que la imagen que el
alma refleja al entrar en contacto con la naturaleza. El estímulo, o si se
quiere, la inspiración, golpea al artista con una energía que le llega del
exterior. En ese momento crucial, el artista se ausenta del mundo real y
empieza a dar sus frutos creativos que materializará a través de su obra.
(387)
La
ausencia de la amada, la imposibilidad de tener lo que se ama son algunos de
los cimientos sobre los que se han construido obras imperecederas. Cuánto de
frustración hay en Dante, en Petrarca, en Shakespeare. ¡Qué recóndita
frustración llevó a Goethe a crear el Werther!
o a Petrarca los versos del Cancionero.
¿De dónde nace esa ternura humana que Shakespeare llamó the milk of human kindneso? ¡Morir
de amor es vivir! dijo Víctor Hugo.
El
amor transita senderos tan peligrosos que ni el león más hambriento se
atrevería andar por ahí en busca de su víctima.
(388)
La
atracción es el terreno árido que debemos preparar con esmero para ir sembrando
el amor.
(389)
El
niño es curioso. Los padres debemos aprovechar esa voluntad y orientarla por la
buena educación y alentar el interés por el conocimiento.
(390)
No
sé si por ingenuidad o por la educación que aproveché de niño observando los
buenos ejemplos, todavía le rindo culto a la gratitud, a la lealtad, a la
cortesía y, a algo tan raro en estos tiempos, la caballerosidad.
(391)
La
ambición por el dinero ha acabado con las vallas éticas y morales dando paso a
una economía cruel y bestial, donde el trabajador – sea su profesión o nivel
social – no es más que un productor de riqueza ajena, sin derecho a un seguro
social, beneficios de salud, vacaciones, gratificación y lo que es más grave,
una estabilidad laboral que le garantice un proyecto de vida decente.
(392)
Debemos
preparar con cuidado lo que queremos decir. A veces lo que decimos lo decimos
con buena intención, pero si lo expresamos mal, los términos de los resultados
vienen a ser los mismos, aunque en el término de las intenciones pueda ser
diferente.
(393)
Hay
políticos que pretenden ser Petronio, convertirse en el arbiter elegantiarum cuando quieren deslizar una falsedad a la cual
se le da una pátina de verdad a través de la elegancia verbal. Los incautos y
los ignorantes quedan atrapados en esa telaraña de mentiras elaboradas con una
mentalidad maquiavélica de la peor ralea.
(394)
Siempre
que ha habido un golpe militar, los civiles, en defensa de la democracia,
alegan que los militares no están capacitados para gobernar que su lugar son
los cuarteles. Ese retintín no comulga con los gobiernos democráticos que vemos
ahora. ¿La democracia en el Perú (García, Toledo, Fujimori, Humala) qué ha
sido? No solo un sistema inoperante incapaz de solucionar los problemas del
país, sino un ente de corrupción y robo en forma megacatastrófica. La educación
es una ruina, la salud un emporio donde enfermeras o pequeños burócratas
trafican con una silla de ruedas o una camilla de hospitalización, las
condiciones laborales de los trabajadores en desamparo y abandono – rayan en la
esclavitud.
(395)
La
pieza clave de todo progreso es el hombre, todo cambio que se quiera dar en la
educación a través de las llamadas estructuras, superestructuras o estructuras
profundas de cambio, tienen que considerar que mientras el hombre no sea
reformado insondablemente, todo cambio que se quiera hacer será algo pasajero,
porque si el hombre no está a la altura de los cambios que se quieren hacer,
todo será un fracaso. ¿Pero se puede cambiar al hombre de hoy con prensa
amarilla y rastrera, con televisión de última categoría y con una radio
mediocre? ¿Puede haber cambio en el hombre que no lee porque al Estado no le
interesa llevar a cabo una política de difusión lectora? Huelgan los
comentarios.
(396)
Un
gobernante, más preciso, un Presidente de la República, debe ser un estadista.
En el caso del Perú, están en juego 30, 000, 000 de personas. Es algo sumamente
delicado. ¿Qué es un estadista? Recurramos al DRAE: 1. Persona que describe la
población, riqueza y civilización de un pueblo, provincia o nación. 2. Persona
versada en los negocios concernientes a la dirección de los Estados o instruida
en materias de política. Visto esto, nos preguntamos: ¿Estadista García,
Fujimori, Toledo, Humala, Kuczynski? Nos provoca risa sardónica la respuesta:
No. Solo un pueblo como el nuestro, donde predomina el vulgo conformista,
ignorante y bruto, puede permitir que estos sinvergüenzas, ladrones y
caraduras, cumplan su mandato. Salir a las calles a pedir justicia sería el
camino; pero para eso tendría que haber consenso nacional, una prensa no
prostituida y un grupo de intelectuales a la cabeza. Eso es como pedirle a un
niño de cinco años que resuelva una ecuación de tercer grado.
(397)
En
los discursos políticos proliferan las palabras banales, vacías; la
incoherencia semántica va de la mano del caos sintáctico. Denso, denso, denso, decía Unamuno. Esta tara no es más que un
síntoma de inferioridad mental.
(398)
Se
sabe expresar lo que sentimos cuando de verdad sentimos lo que decimos. Lo
contrario es querer armar un rompecabezas con piezas de diferentes juegos.
(399)
En
el arte lo primero que nos impresiona es la forma: observar el Beso de Rodin o el Guernica de Picasso nos vislumbra, como haz de luz que nos da de
lleno en los ojos; luego de unos minutos, el contenido comenzará a actuar sobre
nuestra conciencia activando nuestro pensamiento. La educación estética que nos
ha sido inculcada desde niños comenzará a dar sus frutos.
(400)
Las
banderas, los escudos, los crucifijos son algunos de los objetos que han sido
creados como símbolos que están por encima de los hombres, para recordarles el
buen camino, los valores, las virtudes.
La
historia nos muestra banderas manchadas de sangre y crucifijos donde se
prosternan políticos corruptos a juramentar lo que muy bien saben que no van a
cumplir. También están los himnos, con sus imponentes letras que en la mayoría
de los casos no son más que letra muerta.
Estados Unidos, país que ha cometido tantas atrocidades como los nazis o la
Inquisición, dice al comienzo de su Himno Nacional:
“Oh say, can
you see, by the dawn’s early light,
what so proudly
we hail’d at the twilight’s last gleaming?”
(¡Oh,
decidme!, ¿veis a la primera luz de la aurora – lo que izamos con orgullo, al
último rayo del crepúsculo?)
Terminan diciendo:
“And the star –
spangled banner in triumph shall wave
o’er the land
of the free and the home of the brave”.
(¡Y
la bandera estrellada y listada flotará triunfante sobre la tierra de los
libres y la patria de los valientes!).
(401)
Muchas
naciones se vanaglorian y celebran las batallas que dicen haber ganado con
valentía. ¿Desde cuándo y en nombre de quien se deben celebrar esos campos de
sangre? En la batalla de Cannas, teatro de la victoria de Aníbal sobre los
romanos el 2 de agosto del 216 a de J. C., murieron más de 48, 000 romanos y 5,
700 cartagineses. Se dice que con los anillos recogidos a los cadáveres
llenáronse tres grandes modios, medida que equivales a un peso de 165 kilos.
Recordemos que la Segunda Guerra Mundial costo 50 millones de vidas entre
civiles y militares. ¿Cuántos niños que nunca llegarían ni siquiera a la
adolescencia murieron ahí? Una terrible interrogante.
(402)
El éxito de
la literatura light (la que
entretiene, pero deja nada en la cabeza), esa cuyo contenido se evapora con la
rapidez del vapor que emerge de una tetera de agua hirviendo, estriba en que
sus “lectores” no hacen ningún
esfuerzo por ponerse a la altura del buen escritor. García Márquez y Vargas
Llosa los aburre; Faulkner y Flaubert los trastorna; La Divina Comedia, La
Ilíada o La Odisea los aniquila.
(403)
El oficio de escribir como el arte de gobernar es
algo que requiere un aprendizaje de años con práctica constante. Sin querer
hacer ese sacrificio, y pensando que es mejor deslizarse por debajo de la valla
que saltarla, hay una proliferación de escritores, poetas y políticos que están
superando la capacidad de reproducción de ratones y cucarachas.
(404)
El libro, si uno quiere, puede ser el amigo que nos
acompañe hasta nuestra muerte. En su sabiduría encontraremos un guía; en su corazón
protección. El eterno compañero silencioso que camina a nuestro lado sin desplegar
los labios.
(405)
El hombre que nace para ser sabio e inmaculado,
pasa como una sombra por las inmundicias de la vida sin que le quede olor
alguno.
(406)
Entra a un cenáculo de personas ilustres y honestas
y con una mula cargada de oro y empezará a temblar la honra de todos ahí presentes.
(407)
De acuerdo a las circunstancias que se nos
presentan en la vida, las fuerzas que yacen en nuestro espíritu van despertando
y se avivan en una conexión de afinidad.
(408)
El éxito va unido a la capacidad de aprovechamiento
que tengamos de las oportunidades cuando se presenten.
(409)
El amor es de una complejidad tal que posee la
delicadeza de una rosa, la fuerza de un volcán, la paciencia de un cocodrilo,
la entrega de una primera ilusión, la abnegación de una madre, la dulzura de la
miel, la candidez de un niño, la blancura de la nieve y así, podríamos pasarnos
la eternidad encontrándole parangones con las cosas más complicadas como las
más sencillas que acontecen en la vida.
(410)
Una pierna ortopédica de última generación y una pensión
vitalicia no calma el trauma de haber perdido una pierna o un brazo en un
conflicto bélico; una pensión vitalicia y una vivienda no borran la tristeza de
la viuda ante la ausencia del ser que ama y que sucumbió en alguna trinchera o
en un calvero bajo un sol radiante. Unir esfuerzos por acabar con los extravíos
y locuras de alguno que creen que el mundo es un gran tablero de ajedrez donde
hay que ganar la partida con fuegos de metralleta y bombazos a granel. Acabar con
la palabra enemigo y convertirla en amigo es una de las grandes utopías de los
seres humanos.
(411)
Las guerras siempre se dividen en dos bandos: los estúpidos
que matan y los estúpidos que mueren. La verdad es aquello que los hombres
sabios buscan, los cobardes esconden y los idiotas ignoran.
(412)
Una vida árida, monótona, cotidiana; la red del
pescador sobre las aguas pantanosas que salen siempre vacías. Una vida sin amor
propio; una sombra que camina sobre el agua sin dejar huella.
Mientras haya floraciones de esperanza que crezcan
sobre mi alma, mientras mi espíritu siga soñando entre el rosicler y la luna en
agua viva, ahí estaré, desafiando a la Muerte, firme como la espada de un
Alejandro.
(413)
El transito del poeta va por el camino de las
tragedias griegas, sendero plagado de renuncias que para el común de los
hombres sería como morir. El poeta vive en ese codo a codo con la muerte,
superando farallones como la firmeza con que el niño salta la cuerda en sus dóciles
juegos. ¿Cuánta vena de poeta habría en Moisés al separar las aguas? Su fe se
alimentaba de la poesía brotada del Gran Espíritu.
(414)
No existe revolución que pueda regenerar este mundo
en descomposición permanente. Los curas, los ecologistas y los políticos que están
permanentemente lanzando sermones, previsiones y discursos me suenan a esos
curanderos que quieren sanar a un enfermo con cáncer terminal con hierbajos,
amuletos y menjunjes. La humanidad es una especie como cualquiera del reino
animal: degenera y se marchita hasta su inevitable extensión. Los optimistas
quieren apagar el incendio del bosque con soplidos de tuberculoso.
(415)
Si por un accidente de metamorfosis zoológica los
hombres se transformaran en un animal con sus características peculiares, el “libertador”
Simón Bolívar se hubiera transformado en un camaleón. Ahí están las
apreciaciones históricas que sobre él apostrofo Carlos Pereyra en su “Bolívar y
Washington; un paralelo imposible (Madrid, 1915): “Hubo en Bolívar muchos
hombres que sucesivamente murieron: el joven romántico de 1804, el diplomático fastuoso
de 1810, el jacobino feroz de 1813, el paladín de 1819, el estadista de
Angostura y ahora en 1825, era el “imperator” e iba a ser el legislador, como
más tarde sería el filósofo de Bucaramanga”.
(416)
Los hombres
de hoy viven atentos a aquello que les resulta interesante y los mantiene
entretenidos, es su forma inconsciente de evadir esa realidad que los hace
sentirse pequeños, insignificantes.
(417)
Cuando leo a Borges percibo esa capacidad para
sintetizar sus historias con una maestría tal, que logra asemejarse al Dante en
su “Divina Comedia”; ergo Borges es a la prosa lo que Dante al verso.
(418)
Los jóvenes de hoy leen por obligación. Su lectura
es irreflexiva, es como un ciego que se pasea tocando los cuadros en una
pinacoteca, un sordo sentado en la platea mientras en el escenario se escuchan
los acordes del Messia de Haendel.
Hay otros que leen para olvidarse de ellos mismos y de la vida rutinaria que
los ahoga. Debemos acercarnos a los libros con entusiasmo, buscando conocer la
naturaleza y el modo de pensar de ese ser extraño que entregó su vida para
dejarnos una enseñanza, un consejo, un mensaje, la doctrina que condujo su paso
por este mundo.
(419)
Debemos fortalecer nuestro espíritu para enfrentar
las apisonadas etiquetas sociales con las que quieren convertirnos en una oveja
más del rebaño. Detesto la generalización, prefiero mantenerme solitario en una
isla comiendo un rancio arenque y un mendrugo de pan.
(420)
La peor de las pestes que puede atacar a un hombre
es esa propensión hacia la pereza mental, a la ñoñería de enfrentar los dogmas
religiosos o a las normas sociales que nos quieren hacer parte de esa masa que
va detrás de papas y políticos con la pasividad de las reses arrastradas al
matadero.
(421)
Si Calígula nombró senador a su caballo Incitato,
porque, nos causa admiración ver a nuestros congresistas. Han cambiado el
establo por curules y el pan por heno.
(422)
El vanidoso solo tiene oído para la música que
canta sus alabanzas.
(423)
Desconfiemos de la mujer que hace mérito de su
belleza y del hombre que dedica la mayor parte de su tiempo a cultivar su
cuerpo; es una abierta confesión de que no tienen nada mejor.
(424)
Los cumpleaños, los aniversarios o las
celebraciones nativas (día del pisco, del ceviche) y todas las conmemoraciones
para justificar tertulias y borracheras es el foyer para acceder a la estupidez.
(425)
Hay algunos hombres que llegan a la vejez y luchan,
exteriormente por rejuvenecer. Es la inútil batalla de un árbol añoso que busca
recuperar el verdor perdido.
(426)
La vida, una hija que cae del árbol buscando sepultura.
(427)
El hombre a través de milenios ha transformado la
naturaleza para su provecho. ¿Qué transformará cuando ya no existía naturaleza
que transformar?
(428)
Mientras haya insectos nunca el hombre estará solo.
(429)
La gran tragedia humana es la existencia del hombre
mismo, la gran paradoja que tiene a Dios sumido en un desvelo eterno.
(430)
Las fabulas son historias morales que los animales
inventaron para prevenirse de los hombres.
(431)
Siguiendo los preceptos de La Fontaine, he creado
mis fábulas como quien crea un cuento, evitando que quien las lea caiga en el
aburrimiento de una enseñanza moral breve y, por ende, no las asimile bien.
(432)
Las riquezas surgidas a la par de un buen nombre
aumentan su valor.
(433)
Los valores y las virtudes son el mejor aval que
posee un hombre para justificar su fama.
(434)
La vida en familia es una pesada alforja que
llevar; a medida que pasan los años vamos aligerando ese peso.
(435)
El rastrero posee una firmeza de ánimo para besar
con placer la mano que desearía cortar.
(436)
Los artistas viven en todas partes pero no habitan
en ninguna. Transitan por el mundo tan solos como el verdugo.
(437)
No se puede amar la belleza, el conocimiento y todo
lo grande que enaltece a un ser humano si no se guardan distancias de la chusma
tumultuaria.
(438)
Cuando un hombre sobrepasa los 80 años tiene
derecho a morir solo y en su propia casa.
(439)
La muerte por exceso de placeres, vino, diversiones
y mujeres, es una forma dulce de suicidio.
(440)
Muchos periódicos se esmeran en publicar artículos
para alimentar la inmundicia mental de sus lectores.
(441)
A veces veo a muchos jóvenes y pienso que han
nacido viejos para afrontar las vicisitudes de un mundo que vive acelerado.
(442)
Una cuna de oro engarzada de rubíes, topacios y amatistas
no garantiza una vida digna y justiciera, es la buena crianza donde se
amalgaman valores y virtudes lo que garantiza un hombre de bien.
(443)
Al enseñar a nuestros hijos, no debemos pensar en
las mejores enseñanzas que nosotros podemos dar, sino en las más apropiadas que
ellos pueden recibir.
(444)
Los hijos ven en los padres un gran árbol en el
cual pueden refugiarse los primeros años de su vida. A medida que crecen,
visualizan mejor el bosque que los rodea y, con el tiempo, se aventuran más
allá de la sombra que les dio cobijo. Tiempo después abandonan para siempre su
refugio, vuelven de tiempo en tiempo a sus raíces, para el final, sepultan bajo
la tierra ese árbol carcomido por los años.
(445)
Los espejos fueron creados para vernos el rostro,
las manos, el cuerpo en general; los libros han sido escritos por seres
extraordinarios para viajar a nuestro interior y ver nuestra alma.
(446)
Todo arte implica una evasión, un abandonar la
realidad aunque sea un instante, una forma de apreciar la realidad desde lo
alto de una colina percibiendo las tristezas, las alegrías y las tragedias de
la vida para transformarlas en obra creativa.
(447)
Hijo de un gran conflicto que se llama amor, el
hombre lleva consigo mismo la carga de su antinomia: un animal salvaje y un ser
cortés y delicado; un ser social y un misántropo empedernido. En conclusión, el
diablo y Dios en eterna lucha en nuestro interior.
(448)
Los curas cuando nos mienten ponen como aval a
Dios, pues, tienen la certeza de que nadie podrá ir a preguntárselo.
(449)
Llamamos pesadilla a esos sueños infernales en que
vemos peligrar nuestra vida. ¿Serán esas pesadillas realidad cuando muramos?
(450)
Los hombres felices son aquellos que viven sumidos
en una siniestra estupidez.
(451)
El día que
vea un muerto quitando la lápida de su tumba, me prosternaré al pie de un
crucifijo.
(452)
Para reconocer a un idiota hay que seguir a los
tontos para ver a quien admiran.
(453)
Para penetrar en la razón hay que sacudirse de la
fe.
(454)
Los curas defienden su Iglesia con la férrea
voluntad que el empresario resguarda su bolsillo.
(455)
Soy un hombre de fe, cuando el término se relaciona con la confianza, cuando no asume ninguna connotación de índole religiosa.
Tengo fe en mí, en lo que yo puedo
hacer sin que actué ningún ser sobrenatural en mi empresa. Discrepo de aquella
que está por la familia o por el medio social, esa que pesa sobre nosotros como
una especie de imposición que nos obliga a creer en un Dios y en su doctrina y
en lo que su Iglesia propone.
(456)
El primer amor nos golpea con tal fuerza que el
mundo parece contraerse en la imagen de ese amor. Ya no existe nada más en el
corazón que ese sentimiento desconocido: el resto de los seres humanos son una comparsa.
(457)
Si las pasiones no fueran exageraciones, dejarían
de ser pasiones.
(458)
Pocos hombres nacen con el don más preciado que nos
da la naturaleza: la razón; esa fuerza que nos eleva por encima de las
pasiones, esas flaquezas que arrastran al hombre como un frágil tronco por un
río tormentoso.
(459)
Muchos no quieren enfrentar su fe a la razón por
temor a perderla.
La Iglesia medieval comprendí rápidamente que para
mantener sólida la fe de los creyentes, había que mantenerlos en la pobreza y en
la ignorancia.
(460)
Ante las adversidades hay quienes se refugian en su
fe; pasadas éstas, vuelven a la senda del pecado con la audacia de un
lechuguino.
(461)
Era tan mal poeta, que cuando robaba versos a
otros, cogía los más defectuosos.
(462)
La fe desde el punto de vista religioso mitiga a
los desarbolados, les brinda paz espiritual, es la escollera que los protege de
sus miedos, de los remordimientos a los que lo ha llevado sus transgresiones a
las leyes y preceptos religiosos que tanto “estima”
y predica.
(463)
El poeta que no tiene imaginación es como una
mariposa sin alas: una pobre oruga.
(464)
Cuando querramos medir nuestro grado de tolerancia,
sentémonos a escuchar a un idiota.
(465)
El hombre a quien no le gusta ninguna mujer es más
afortunado que aquel otro que no gusta a ninguna.
(466)
Veo unas uvas y hago un buen vino; tomo unas fresas
y hago una jalea; tomo trigo y hago pan; tomo un buen verso y hago un poema.
¿Es eso plagio?
(467)
La inteligencia es como una semilla que debemos
cultivas para que dé frutos a medida que vamos acrecentando los años.
(468)
Evita hacer aquello que puedes enrostrarlo a tus
enemigos en ácida crítica.
(469)
Schopenhauer conjeturaba que ningún acto es
involuntario; las estadísticas demográficas y el alto índice de abortos lo
desmienten
(470)
Mi abuelo murió hace cuarenta y cuatro años; ese
hombre ausente para los demás, ilumina todavía el camino de mi vida.
(471)
Hay libros que tienen la magia de que sintamos cada
vez que los releemos, la misma alegría y admiración de la primera lectura.
(472)
Nunca estaremos solo en la adversidad; allí estarán
nuestros enemigos, hacha en mano, dispuestos a darnos el golpe final; lo que
nos reconforta es esa mano invisible que aparece mientras dormimos a darnos su
apoyo en tan duro momento.
(473)
La verdad que se calla, es una de las máscaras de
las que se vale la cobardía para ocultarse.
(474)
El pueblo tiene en cuanto a la lectura de buenos
libros el mismo olfato de un perro callejero; solo perciben el olor de la
bardoma.
(475)
Cuando tengamos la fuerza de der justos y sinceros
caerá el antifaz y se mostrará el hombre.
(476)
El cobarde, servil y titubeante no posee el aliento
tan connatural que mueve a quien se fía de sí mismo para lograr sus objetivos,
para lograr sus recompensas. Es como un reloj que no puede precisar la hora y
todos sus movimientos están orientados a buscar un amo a quien servir.
(477)
El hombre perfecto sería aquel que poseyera la
fortaleza de ánimo con que la mujer sabe sobrellevar los embates de la
adversidad y los reveses que da la vida. Las tempestades que hacen que el
hombre caiga de bruces, sin fuerza, sin afán de levantarse, ella las supera con
la fuerza de su carácter hasta elevarse a lo más sublime que puede llegar un
ser humano.
(478)
La fuerza de las adversidades radica en la
turbación que sufre quien las padece; a más embarazo menos posibilidad hay de
sobrellevarlas.
(479)
La justicia es representada con los ojos vendados
para que sus sentencias sean justas. No necesita ver a los que litigian, sino
escuchar la causa por la cual pleitean.
(480)
Las cosas superficiales tienen el peso de una hoja
que solo alcanza flotar sobre el mar; quien quiera arañar las perlas ha de
ahondar entre las aguas.
(481)
La calumnia es como el zancudo que perturba nuestro
sueño; no hagamos nada hasta no estar seguro que el golpe que daremos lo pondrá
fuera de combate.
(482)
El epitafio es nuestra carta de presentación si es
que debemos rendirle cuentas a alguien en el más allá.
(483)
La imitación es la fatiga de seguir siendo nosotros
mismos.
(484)
La mujer tiene la fineza de un piano, de un laúd,
de una lira; el hombre, la rudeza que requiere un bombo.
(485)
El hombre cultivado tiene tanto que temer de un
idiota, como de un piojo un elefante.
(486)
(486)
Cuando observo a los seres humanos (mediocres,
vulgares, conformistas, rastreros) siento un desprecio que me hace tronar las
tripas. La quietud de las plantas se apodera de mí mientras balbuceo contra
ellos los anatemas más satánicos.
(487)
La experiencia se mide por la suma de nuestros
errores y aciertos. A medida que envejecemos, lo natural es que los primeros
disminuyan y los segundos sean más frecuentes.
(488)
En cada verso de Hámlet, el odio, la venganza, la traición, la delación, la amargura
y todos los vicios inimaginables se sientan a la mesa teniendo como anfitrión
una poesía sublime y divina: parece la creación de un ángel pervertido.
(489)
El hombre tecnológico es aquel cuyos pensamientos
no logran cohesión y se desvanecen como el vapor apenas nacen. No percibe el
rumor del mar ni el lenguaje de la luz que se refleja en el paisaje: el aroma
de una rosa, el zumbido de una abeja o el verdor de la hierba le es
indiferente. Su capacidad de emocionarse tiene la percepción auditiva de un
sordo o la agilidad de un tullido. Con la mirada perdida va por el mundo dando
palos de ciego.
(490)
Muchas religiones nacieron por esa necesidad del
hombre de sentirse acompañado. Las estrellas, los árboles, las flores y todo lo
que lo rodeaba no lograban llenar su sed de compañía.
(491)
Con el tiempo sucede lo que acontece con el mar:
nunca se sabe dónde empieza y donde termina.
(492)
Dios vive en todas las islas de la duda, existentes
en el mar de incertidumbre.
(493)
No hay como un paseo en invierno: el frío, la
lluvia, el viento que arrecia, las calles solitarias; los ingredientes precisos
para un momento de reflexión. ¿El verano? Un asco; cuerpos grasientos,
sudorosos, malolientes, deambulando por las calles y plazas infectando el aire
de por sí ya contaminado.
(494)
Entre los hombres y Dios, siempre se interpondría
el pecado.
(495)
Cada día es más difícil encontrar a alguien a quien
narrarle una experiencia, contarle una historia leída recientemente, decirle
algo por más superficial que sea. Vivimos rodeados de cosas inertes, baladíes,
a las que no tenemos nada que decirles u objetarles. Desde mañana empezaré a
hablar con las moscas.
(496)
El camino que lleva a la meditación pasa por la
capacidad de dominar el silencio.
(497)
Hay hombres cuya capacidad para metamorfosearse es increíble:
pasan de la adulación a la maledicencia con la velocidad de un rayo. Nos dan la
mano con una lisonjera sonrisa, mientras preparan sus colmillos ponzoñosos para
clavarla en la otra. Tienen los centenares de rostros del hombre que se mira en
un espejo que se ha hecho añicos.
(498)
Caminar por calles invadidas de basura, de
excremento y orín anónimo, nos lleva al convencimiento de transitar por terrenos
donde habitan manadas de cerdos.
(499)
El remordimiento no es más que nuestra incapacidad
para olvidar.
(500)
Una orquídea en vez de un hombre; un gorrión en vez
de un hombre; un perro o un gato en vez de un hombre… hasta ratas y cucarachas
en vez de un hombre (MISÁNTROPO).
(501)
La nostalgia no es más que estar en un lugar
pensando en otro. Con el paso del tiempo, ese lugar presente pasará a engrosar
el libro de la memoria.
(502)
Nietzsche no habla, grita; en su voz hay tanto
estruendo como crímenes en las tragedias de Shakespeare.
(503)
¿Será el candil de Diógenes una simbolización de la
soledad del hombre?
(504)
Quienes transforman
su existencia son aquellos que dieron luz a su soledad, dejando atrás las
tinieblas con las que vinieron al mundo.
(505)
El alma es
el espejo de un cuerpo donde se refleja la desesperanza de un ser que habita ahí.
(506)
La estupidez en los seres humanos me genera una
iracundia metafísica.
(507)
He formulado infinidad de preguntas a Dios y no he
recibido respuesta alguna. O no tiene las respuestas o sufre de sordera.
(508)
El culto a la belleza es una cualidad que le está
dada a una ínfima parte de los seres humanos. La mayoría gusta de los
estridente, lo vulgar, lo huachafo. Hacerles ver un cuadro de Goya, escuchar
una sinfonía de Mendelssohn o poner ante sus ojos El beso de Rodin es como
adornar un chiquero con muros de alabastro forrados con muselina.
(509)
La misantropía es un desprecio instintivo a la
vida; el amor a los animales, plantas, a la naturaleza en general, expresa lo
contrario. He aquí la gran paradoja de la humanidad.
(510)
Cada pecado que cometa revive en mí el
convencimiento de que el poder de Dios es solo una fantasía de las tantas que
llenan la cabeza del hombre hueco.
(511)
El recuerdo es un leve bostezo del pasado.
(512)
Pienso que la mente no será más que una existencia
estacionaria en lo eterno, en un confín que siempre estará más allá de toda comprensión
humana.
(513)
No veo seres pensantes, veo máquinas que controlan
a los hombres poseídos de una estupidez sombría. La imbecilidad recibe su
alimento de la televisión, la radio, la prensa escrita. Como pandemia
incontrolable, este flagelo esclaviza la mirada, atrofia la mente, fortalece
los pulgares para activar la máquina de seductora imbecilidad.
(514)
La memoria se alimenta de la nostalgia, de las
frustraciones, de los logros, de las marchas y contramarchas. Es, muchas veces,
la válvula de escape cuando queremos huir de la realidad incómoda, de ritmos
disonantes, de nubarrones y claroscuros que hieren lo más vulnerable de nuestra
sensibilidad.
(515)
Los sueños emergen por el mismo sendero de donde
proviene el arte; de ese pozo inacabable que es la inconciencia, de ese
generador de revelaciones que no encuentran otro modo de expresarse, de ese
inefable mundo donde no caben razones ni interpretaciones. ¿Cómo pedirle a
Mozart que nos explique una de sus sinfonías, a Miguel Ángel su David, a Van Gogh sus Girasoles o a Joyce su Ulises? ¿Por qué es hermoso un ocaso? ¿Por
qué es bello el trino del petirrojo?... Porque colisionan con nuestro espíritu como
un todo indivisible, como un fogonazo de luz que ciega la razón.
(516)
Ningún cambio, como en el caso se una revolución, será
factible sino se logra una asonada en la mente de los hombres que deben
participar en ella.
(517)
Ante cada tristeza la luna ha brillado con más
intensidad, el sol ha sonreído como un niño, los pájaros en coro han cantado y
las flores han cobrado el color del arcoíris.
(518)
Aceptar la vida es abrirse al olvido, a la
desdicha, a recibir el amor y la felicidad que se disuelve como azúcar en el
agua. Acepta la vida con sus riesgos y rupturas, y penetra en las dimensiones
más intrincadas que lo confrontan.
(519)
La paz interior es el estado perfecto para la
creación, para hacer del sufrimiento un poema, una pintura, una sinfonía, una
escultura.
(520)
Quien va tras de sí encontrará su propio camino. El
mío atravesará un campo de música, un bosque de colores, el roquedal tallado
por manos divinas, el bosque poético de voces inmortales. Seré la abeja que va
de flor en flor cantándole a la naturaleza. ¿Es que acaso ha buscado otra cosa
en los días de mi vida?
(521)
Cuando la mujer va de pesca pone como carnada una
voluptuosa sonrisa. Un hombre tocado por esa delicadeza es un pez que ha picado
el anzuelo. Preso en el hamo, es incapaz de liberarse de él; mudo en palabras,
ha perdido el control de sí mismo y queda a merced de su victimaria.
(522)
El hombre que vive prendido de la máquina no busca la soledad, sino el
entretenimiento. Desvalido de todo tipo de pensamiento interpretativo o
crítico, encuentra en la máquina el
complemento perfecto para llenar su tiempo y deshacerse de su aburrimiento.
Cansado de la máquina después de
algunas horas, vuelve a su estado de vaciedad,
a su estado natural de ver pasar el tiempo como quien mira por la ventanilla de
un tren esperando llegar a su destino.
(523)
La felicidad es un copo de nieve en nuestras manos
expuesto a los rayos del sol.
(524)
El rostro es el terreno en el que el tiempo va
sembrando fatigas, tristezas, desesperanzas, desamores y todos aquellos
flagelos que la vida le depara al hombre. El niño mira intrigado el rostro de
un viejo, sin saber que en ese espejo, el tiempo se encargara de reflejar, su ahora, sonrosada imagen.
(525)
El hombre debe aprender a cuidarse de todos los hombres.
(526)
Ser responsable con la vida es asumirla en serio, involucrarse en los
aconteceres cotidianos. El aislamiento es necesario para reflexionar sobre
nuestra existencia. Mantenernos alejados del bruto, del mediocre, del inútil;
es tomar distancia del lastre que obstaculiza el camino del destino que no es otra cosa que la
acción.
(527)
El hombre se angustia ante la muerte a medida que
se acerca a la vejez. Cuando cree poder verla cara a cara, pierde la
conciencia, sin ninguna posibilidad de tener la certeza de haber llegado al
final de su existencia.
(528)
La vida nos exige un compromiso. La reflexión es de
vital importancia; la voluntad nos comprime como una uva presa en el lagar para
que actuemos en todo instante. Hacernos de las reflexiones de otros a través de
sus libros es una acción primordial para encaminarnos por ese sendero que solo
le está permitido al hombre que lee,
al hombre comprometido con la existencia.
(529)
Percibimos el tiempo en nuestro rostro, en nuestra
piel, en nuestra voz, lo percibimos todo el tiempo,
pero no lo vemos. Se escurre por nuestra vida como la sierpe entre la maleza.
Es omnipresente, es eternidad, es principio y fin, es silencio; es anterior a
cualquier Dios. Es el amo del Universo.
(530)
El hombre debe poseer dos cualidades: saber callar
para escuchar al mundo, y hablar fluido
y concreto cuando debe hacerlo. Lo primero le permite observar y reflexionar,
sopesar el conocimiento con la agudeza del joyero que examina un diamante; lo
segundo, para saber transmitir a otros todo el cúmulo de información obtenida a
través del primero.
(531)
El hombre parece aislarse cada día más. El celular
se ha convertido en un apéndice de su cuerpo, en el vehículo por el cual se
traslada principalmente a un mundo invadido por la banalidad y la frivolidad.
Es los autobuses, en los parques, en los restaurantes se les ve próximos pero
incomunicados, son como las personas para los novelistas del siglo XIX, unos petit – pois en una lata de petit – pois, hecho al que Sartre hace
mención en “Que es la literatura”.
(532)
La búsqueda de la felicidad es como buscar la olla
de oro al final del arcoíris; más fácil sería arrancarle una confesión a la
Virgen María para que nos diga con quien engatusó al pobre José o lograr que
María Magdalena nos confiese donde escondieron el cadáver de Jesucristo.
(533)
En este mundo moderno de no lectores, Montag, el
célebre bombero pirómano que quema bibliotecas es la novela Fahrenheit 451 de Bradbury, engrosaría
las filas de los desocupados.
(534)
“El aborto
siempre es un asesinato”, dice el cardenal Cipriani con
ese rostro compungido de quien se va a meter un pedo y que es tan
característico en su investidura. Este demonio con cabeza de asno no quiere
entender que el aborto es imprescindible cuando existe una maternidad no
deseada (por violación) o porque la vida de la madre está en inminente peligro
o cuando existe la certeza de una malformación que hace imposible la vida
normal del nuevo ser. Como hacerle entender a este besaculo de Satanás que asesinato moral es el impunible manoseo y
violación de menores en monasterios, capillas, internados o colegios
religiosos, perpetrados por esa caterva de arrechos enmascarados en una sotana
de flojo cíngulo. Ese es el verdadero crimen, el de la pedofilia a la que los
curas de Cipriani son muy afectos.
(535)
Hay unas líneas de Maeterlink que reflejan la
soledad del hombre, soledad que con la tecnología del entretenimiento ha ido
creciendo más aún. Dice el escritor belga: “He
vivido veinte años junto a mi hermana – referíame un día un amigo – y “la
vi por primera vez” cuando nuestra madre
murió”.
(536)
El ciervo se pasea delante del león sin ningún tipo
de precaución si ve que éste ya ha comido. El conejo no se preocupará por el
lobo que descansa lamiéndose el hocico ensangrentado con restos de una presa.
El hombre que tiene presente estos preceptos ya sabrá en qué momentos no debe
temer al hombre. “El hombre es el lobo
del hombre”, dijo Hobbes.
(537)
En este mundo de vapores, sombras y humo, a punto
de convertirse en un lugar desértico sin colinas, hierbas y bosques; mundo de
moscas, polillas, lepismas, de oxígeno y moho, de ríos contaminados y mares
cenagosos; conviene aprender a hacerse el ciego y sordo. No nos perdemos de
nada.
(538)
La cultura está condenada a muerte. Las malas
escuelas y las universidades de bajo nivel académico solo conocen el borde de
la manzana. Incapaces para dar una buena dentellada, se alimentan de la cáscara
convirtiendo al hombre en un esqueleto que camina, un cerebro reseco por
inanición.
(539)
El hombre no ha dejado de leer, pero de cada cien
lee uno. Las malas políticas educativas que apañan el bodrio televisivo, la
prensa y radio gris y anodina, lo han llevado a convertirse en un ser
mentalmente anémico, incapaz de hilvanar dos ideas para elaborar un pensamiento
crítico.
(540)
La vejez es la etapa de mayor soledad, la época en
que nos corresponde pasar casi todo el tiempo con nosotros mismos. Para el
viejo sabio la buena lectura, las buenas películas y la buena música, serán los
reemplazantes de aquellos que ya no están cerca o que ya partieron antes que
nosotros.
(541)
Hay un punto preciso en que los afectos, las
gentilezas, el cariño, deja de ser todo lo que es para convertirse en amor.
Vano es precisar dicho momento. Es como si un trozo de hielo sumergido en un
vaso con agua comienza a deshielarse. ¿Seremos capaces de precisar cuáles son
las moléculas que hacen que el líquido alcance el filo y se desborde?
(542)
La Biblia, el Corán, la Torá y todos
esos libros religiosos llenos de falsas promesas e ideas recicladas hasta el
hartazgo, caducarán con el tiempo. Se conservarán en algunas casas por el mismo
valor que pueda tener una clepsidra, un bargueño de Bargas, un sillón de Luis
XV, un cenicero de Onix o un tenedor de alpaca. El interés será solo material.
(543)
En las iglesias es común encontrar gente somnolienta,
seres sin rumbo, desesperanzados, aburridos, decepcionados. Escuchando la voz
monótona del cura emitiendo sus sermones huecos y fantasiosos en extremo, el
ensotanado prosigue durante interminables minutos sin darse cuenta que
vanamente trata de llenar de arena una criba.
(544)
Los cobardes tienen la liviandad de Anteo. Con
aspectos de gigantes no son más que unos bocazas que andan fanfarroneando ante
el primer cretino que encuentran. Cuando se topan con un hombre de valor, un
Hércules como el mito griego, vuelan como una hoja quemada ante el primer
soplido. Mariposas negras que el viento arrastra hasta convertirlos en polvo
encenizado.
(545)
El filósofo elige el camino más difícil cuando
escudriña lo escrutable; el hombre de pensamiento ocioso y conformista prefiere
el sendero más simple y termina venerando lo inescrutable. Quien quiera calmar
su sed con el agua del coco debe romper la cáscara.
(546)
Los jóvenes de hoy, en su mayoría, no escuchan a
sus padres ni maestros. Creen saberlo todo, se envanecen como pavos reales sin
darse cuenta de que llevan plumas de pato. Ya pasaron los tiempos en que la
juventud vivía atenta a los consejos de sus mentores que, como coros de la
guardia pretoriana de César, susurraban constantemente a su oído: “Recuerda,
César, que eres mortal”.
(547)
Solo cuando no se tiene nada que perder, puede
correrse cualquier riesgo. El hecho de ya no tener un algo, por la osadía de lograr un aquello, se detiene automáticamente nuestro atrevimiento.
(548)
“Perdónalos, porque
no saben lo que hacen”, se lee en un aforismo bíblico,
traducido podríamos decir: no pensemos mal de los que actúan cruelmente,
pensemos simplemente que están equivocados. ¡Vaya razonamiento! Debe ser un
delirio para los malhechores.
(549)
Ahora abundan
los cardenales con oropeles más que los santos de otrora con los vestidos
rasgados y las sandalias polvorientas. El diablo conoce bien las Escrituras con la cual adormecer a una
manada de tontos.
(550)
Si nos regimos por la máxima de Cicerón de que una
casa sin libros es como un cuerpo sin alma, debemos aceptar que vivimos en
urbes de desalmados.
(551)
La recompensa de lo que ha costado tanto conseguir
está al final del gran camino, donde hemos debido enfrentar escollos
herculeanos, obstáculos duros como el acero. ¿No vale la pena acaso la
satisfacción de beber la copa de ambrosía y de gustar del maná de la mesa de
los dioses?
(552)
A medida que la tecnología del entretenimiento
avance y ponga en la despensa de la diversión más artículos estupefacientes, más frustración
sentirán los actores que gustan representar a Lope, Shakespeare, Calderón, Shaw
o Pirandello: las salas vacías les demostrarán que su labor salvadora los hará
morir ahogados sabiendo que no se dirigían a ninguna playa. ¿De qué podrán
escribir los historiadores de una civilización que ya no tiene historia por
hacer? La historia del hombre futuro podrá condenarse en tres palabras:
inutilidad, vacío, estupidez.
(553)
No se puede amar lo que lo que no se conoce; por
eso hay tanto despreciable que pulula por el mundo sin conocer la verdad.
(554)
Una molestia puede ser permanente; un dolor,
pasajero. Vivir con alguien que no nos agrada puede ser un fastidio durante
muchos años; un desamor nos provocará un dolor unos meses y se acabó. Un
zancudo puede privarnos del sueño durante toda la noche y desvelarnos: lo más
sensato sería dejarlo que nos pique ya que, una vez satisfecho, de seguro
también el querrá dormir.
(555)
No solo con el tiempo se adquiere experiencia. Hace
falta la voluntad de acción, la laboriosidad cotidiana, la sapiencia para
juzgar y discernir entre lo que está bien y lo que está mal.
(556)
En este mundo, la mayoría ha pasado a conformar un
sólido e inconmovible ganado.
(557)
Las madres de la casualidad son comunes hoy en día.
Se han hecho de la maternidad son haberse desarrollado como hijas. Sumidas en
la ignorancia, piensan que el mundo debe reproducirse y allí van con el vientre
hinchado, convencidas de que la raza debe seguir adelante. Soportan a los
hijos, los conectan a la televisión o a la computadora y se desprenden, con la
ayuda de los sufridos abuelos, de toda responsabilidad sobre ellos con la
facilidad con la que un perro se libera de las pulgas rascándose con una pata.
(558)
Lo más perverso está en el alma ponzoñosa de aquel
que se aproveche de la necesidad del desvalido.
(559)
La belleza del hombre no puede ser expresada,
porque yace en lo profundo de su ser. Lo que los pintores ponen sobre sus
lienzos es una cara bonita, un cuerpo esbelto o una sonrisa grácil: la cascara
de la manzana no la pulpa.
(560)
Aconsejar a un estúpido es como darle dulce de
membrillo a los chanchos.
(561)
Nada cuesta más que guardar un secreto. La
indiscreción es un bocado muy delicioso como para dejarlo de lado. La lengua
vibra como la cola de la cascabel buscando un oído donde calmar su excitación.
(562)
Nos inculcan desde niños que el éxito en la vida se
basa en la prudencia, la economía, la honradez y la laboriosidad. Nos lo
machacan en la escuela y en casa nuestros padres: el martillo de los primeros
años chocando contra el yunque. Con el paso de los años, nos damos cuenta que
la sociedad se rige por el arribismo, la deslealtad y la corrupción en todas
sus formas. Nos sentimos huérfanos al darnos cuenta que no nos preparamos para eso.
(563)
El tonto lee la Biblia sin ningún criterio: termina
convencido de que resucitará, caminará sobre el agua, podrá multiplicar peces y
panes, hasta que podrá ser capaz, por medio de la fe, de resucitar muertos. De
ahí que le sea indiferente vivir en una choza en la punta del cerro sin agua,
luz ni desagüe, total, luego disfrutará de todo gratis en el Paraíso.
(564)
Nuestra civilización se cae a pedazos. Cuando esto
suceda, nuestros más bellos sueños estarán impregnados de versos de Blake o
Milton, de dramas de O’ Neill o tragedias de Esquilo. Ya se habrán acabado las
pesadillas que nos perseguían siempre porque ya habrán sucedido. Entonces quizás
habrá llegado la hora para la memoria. Ahí resonarán las sinfonías de Mozart,
las mazurkas de Chopin, los Capriccios
de Mendelssohn o las sonatas de Beethoven; los cuadros de Tiziano o de Goya
atravesarán nuestro cerebro como fotogramas de una película de Buster Keaton.
¿Tendremos la fuerza para volver a empezar?
(565)
Un amigo verdadero nos pide que lo ayudemos a
levantar su fardo para que se lo pongamos sobre los hombros, no para que lo
llevemos nosotros.
(566)
No hace falta una prohibición para que el hombre de
hoy no lea, él se ha autoprohibido hacerlo gracias a la tecnología del
entretenimiento. Un hombre que no lee libros es un ser que no piensa, alguien
que vegeta en el infierno del conformismo y acepta de sus gobernantes cualquier
disposición por más absurda que sea, sin chistar. La objeción no existe en su
criterio porque carece de opinión. La tecnología del entretenimiento lo ha
aislado, lo ha convertido en un autómata dominado por la indiferencia. Estamos
en el umbral del hombre dominado por la política que, a su vez, está dirigida
por la tecnología. Todo el mundo de Orwell a la carta.
(567)
No me preocupará haber renegado de Dios al final de
mis días, de haberle achacado todos los males y miserias que padece la
humildad, haber dudado de su poder omnímodo y de todas esas fantasías
megalomaniacas que proclaman los libros religiosos. Cuando esté frente a él, si
me lo encuentro, le diré: ¡Qué me miras,
acaso no es tu oficio el perdonar!
(568)
Los bocinazos, los radios a todo volumen en
autobuses, combis, mototaxis o en la casa de un alegre vecino, las conversaciones a través de los móviles en
lugares menos insospechados, todo eso está ahí, como un zancudo trasnochado que
nos hostiga al oído en todo momento.
(569)
Si a la universidad solo se llegara por el amor al
conocimiento, por el afán de saber, por el ímpetu de conocer el mundo en que
vivimos, muchas de ellas tendrían que cerrar por falta de estudiantes.
(570)
El conocimiento facilillo que se adquiere en la
internet (aprendizaje dato), se desvanece rápidamente. El adquirido poco a poco
a través de los libros se acrecienta y perdura toda la vida.
(571)
Pocos son los que tienen el valor de adentrarse en
la vida y sus vicisitudes; los mediocres, pasan por ella superficialmente y,
ante la primera aspereza, huyen espantados. La mayoría, los cobardes,
permanecen en la orilla esperando, sedimentos, a que llueva y que algún
vehículo que pasé por ahí haga salpicar el agua de una charca para que los
moje.
(572)
Si Dios viera como hemos disfrazado a su hijo, como
lo hemos unido a referencias veladas a ciertos productos comerciales que van
desde libros, santos de escayola, estampitas venerables, vitrales de colores,
crucifijos de oro, marfil o plata, seguramente no lo reconocería. La Iglesia
Católica es un pesebre de cera que se derrite con los años en su propio calor.
(573)
La
ciencia, sin proponérselo, se ha convertido en el cordón sanitario para
combatir las epidemias religiosas.
(574)
Todos
los caminos conducen a Roma; en política, entiéndase, todos los partidos
políticos aterrizan en la Caja Fiscal.
(575)
La
cobardía, la ignorancia, la vulgaridad y el conformismo comienzan lentamente a
convertirse en una norma de vida para la gran mayoría de los seres humanos.
(576)
Los
hombres de espíritu elevado tienen el alma de vidrio.
(577)
El
halo de un santo se puede convertir en la soga de un ahorcado.
(578)
Los
llamados diarios serios están plagados de artículos insípidos y editoriales de
canonjía; se parecen más cada día a las declaraciones hueras de nuestros
congresistas o a las smoke screen con
que el presidente de la republica quiere camuflar sus conflictos de intereses.
(579)
La
ciencia es para la religión lo que la soga para el condenado a la horca. La
diferencia está en que el sentenciado muere de golpe; la religión va muriendo en
cámara lenta.
(580)
Las
estadísticas de algunas librerías publicadas en periódicos y revistas son para
desternillarse: El libro más vendido del año, reza el aviso. Si hurgáramos en
sus inventarios nos daremos con la sorpresa que se han vendido 38 ejemplares.
Cifra irrisoria en un país de 30 millones de habitantes, es decir, el
0.000126666% de lectores. Ahí están las pruebas PISA para confirmarlo.
(581)
La
muerte, para el hombre de bien, es lo que para el guerrero del templo que cae
en el campo de batalla cubierto de glorias y jacintos.
(582)
Algunos
congresistas son como el burro que cree que si logra imitar el relincho del
caballo, ha de convertirse en un corcel de fina estampa.
(583)
El
dinero cuando toca nuestras manos o vislumbra nuestros ojos, puede despertar
las pasiones más bajas que duermen en nosotros.
(584)
En
nuestras elecciones presidenciales o municipales no se entrevé programas
políticos elaborados por estadistas, sino la nómina con las prioridades de lo
que va a robar una cáfila de aventureros que osan llamarse partidos políticos.
(585)
Cínico
hasta la náusea, el Cardenal Cipriani aprovecha cuanto sermón o tribuna tiene a
la mano para defender el no uso de anticonceptivos, oponerse al aborto en
cualquier circunstancia y dar rienda a su patológica homofobia. ¿Pero que dice
sobre los abusos sexuales cometidos por curas pervertidos contra niños y
adolescentes en instituciones “fachadas” como el escandaloso Sodalitium
Christianae Vital (SCV), conocida comúnmente como Sodalicio y que fue creada por
el pedófilo Luis Fernando Figari, hoy fugitivo en Italia? Pues, nada, ahí este
alcahuete de rostro luciferino se queda más callado que una ostra. Cipriani es
a la Celestina lo que Figari es a Tiberio.
(586)
¿Se
puede llamar país, a un pueblo donde los niños con desnutrición y tuberculosis
son un lugar común, donde las mujeres son golpeadas por machistas, donde los
cerros son emporios de miseria y atraso, donde muchas universidades forman
menesterosos mentales, donde la droga se expende en todos los distritos a vista
y paciencia de las autoridades elegidas para combatirla, donde la educación
pública y parte de la privada es una catástrofe, donde la televisión y gran
parte de los diarios y radios se encuentran en manos de aventureros
semianalfabetos? cada quien busque la respuesta en su conciencia.
(587)
Nadie
ha hecho más anticatólicos en el Perú que el cardenal Cipriani. Ese monstruo
salido de las entrañas de Satanás utiliza la Iglesia con la misma sapiencia que
el papa Borgia. Trafica con los colegios religiosos, hace alianza con los
políticos corruptos y apaña la pedofilia de sus curas con un cinismo propio de
Simón Pedro, el que hizo cantar tres veces al gallo inmortalizando su cobardía.
(588)
Atrapados
por una balumba de oportunistas con las garras puestas en la hacienda pública,
los gobiernos que se suceden en el Perú nos han arrastrado siempre a una
pesadilla de absurdos y aberraciones que no tienes cuando acabar. El que no
robó ayer, robará hoy; el que no roba hoy, robará mañana. El presidente electo
“democráticamente no ordena el desorden del gobierno anterior, por el
contrario, desordena el desorden al punto de perder la conciencia de toda
iniciativa. Aquí no se hace, se deshace; no se organiza, se improvisa; no se
prevé, se entrega el futuro a la divina providencia. Lo poco bueno que se
heredó se destruye con la furia de una aplanadora desprovista de maquinista.
Unos monos de feria pretenden gobernar sobre un enjambre de moscas y mosquitos.
(589)
El
hombre carente de actitudes viriles o sentimientos heroicos está llamado a ser
comparsa de fantoches, arlequín de una manga de indigentes mentales, sufriendo
toda suerte de degradaciones, viviendo siempre a la contingencia que corra el
que lo gobierna. Sumido en la inercia está listo para transformarse en vagón de
una locomotora que rueda por las vías sin un plan de ruta, confiando los
controles a un malabarista.
(590)
Para
hacer una revolución en el Perú se necesita de un nuevo San Martín o de un
Bolívar. Un Grau y un Bolognesi, con su coraje, harían despertar la decencia y
la cólera de un pueblo amodorrado. Deberíamos exterminar, como a los hermanos
Gutiérrez en época de Balta, al hacendado negrero, al juez sobornable, al
alcalde envilecido, al periodista pesetero, al militar comechado, al minero
depredador y al cardenal maquiavélico. Frente a una juventud remolona, los
gobernantes de ahora condonan los delitos del sinvergüenza a costa de inmolar a
algún pobre diablo.
(591)
Con
la aparición del Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo, el hombre fue
pidiendo su esencia libertaria, su juicio individual, su férreo coraje hasta
convertirse en esclavo de un dogma, un mentecato de orejas grandes para
escuchar rancios sermones, un mequetrefe que mudo la piel de león por la lana
de oveja.
(592)
Esa
multitud que acude día a día a la timba, a los bingos, a los tragamonedas, a
las carreras de caballos, se asemejan al beduino, que montado en su camello,
recorre los desiertos en busca de la lámpara de Aladino.
(593)
Con
muchos soles en el bolsillo, los congresistas se pasean por los canales de
televisión, emisoras radiales y oficinas de periódicos en busca de titulares
para limpiar sus “honras” tan injustamente mancilladas por sus enemigos
políticos.
(594)
Los
críticos literarios edulcoran sus palabras o descargan su bilis sobre las obras
del escritor, según su simpatía o antipatía. La sutiliza y la dulzura de la poesía
de un Alberto Valcárcel o la fuerza y el temple de la lírica de un Jorge
Bacacorzo, están por encima de esos catones que no tienen en su haber no un
verso, ni una rima dicharachera, ni un párrafo con el cual pudieran acercarse
al umbral de la historia.
(595)
Como
al tiburón preso del hamo, así las religiones andan capturando incautos para
sostener su vida parasitaria.
(596)
Las
religiones son una peste más dañina que el cáncer o la diabetes. Estos últimos
atacan el organismo, pero gracias a la ciencia, muchas veces se pueden
contrarrestar. Las primeras en cambio, una vez que se instalan en la conciencia
y en la mente, hacen del hombre un ser pasivo, complaciente, un pobre infeliz a
quien, como las ratas del flautista de Hamelín, se pueda llevar a orillas de un
farallón y despeñarlos hacia las tinieblas de la ignorancia.
(597)
Donde
el hombre de genio dispara una idea colosal, como reacción inmediata surge la
voz de un imbécil o el agravio de un ignorante con una manquera de bombero se
quiere apagar la erupción de un volcán.
(598)
Cuando
se tiene la oportunidad de desenmascarar al expresidente que ha hecho fortuna
durante su gobierno y enviarlo a la cárcel, comienza a funcionar los engranajes
de un poder judicial corrupto, un legislativo complaciente hecho a medida del
contubernio y un ejecutivo dispuesto a que no se desentrañe la verdad porque también
se halla inmerso en un nuevo chanchullo. Se cumple el viejo lema: robar y dejar
robar.
(599)
Al ver tanta descomposición política y social,
los peruanos hemos encontrado en el alcohol un paliativo a nuestra decadencia
moral. Ya sumidos en la borrachera, surge en nuestro rostro una mueca cómica y
siniestra al ver que nos hemos convertido en una caricatura de hombre, en una mescolanza
estrambótica de bufón y caballero medieval montado en Clavileño y blandiendo un
Chafarote oxidado como si fuera la espada de Lanzarote.
(600)
El
verdadero poeta no necesita de áulicos ni adláteres, de críticos zalameros ni
de sabios opinantes. Él sigue su camino libremente, porque sabe que las
generaciones futuras serán jueces justos de su legado.
(601)
Un
Dios que es celebrado por tiranos y papas corruptos, no puede ser otra cosa que
chambelán de cortesano.
(602)
Con
todos los presidentes, ministros y congresistas que han llenado la Historia de
la política peruana, podríamos formas una galería antropológica con los
engendros más variados que científico alguno podría imaginar. Seríamos la
envidia de los grandes museos de Estados Unidos y Europa.
(603)
Las
religiones se asemejan cada día más a los ciervos, felinos y pájaros de los
taxidermistas.
(604)
Para
ser original y revolucionario en el Perú, hay quienes inventan cualquier
cojudez: música subterránea, arte urbano, comidas exóticas a los Gastón Acurio,
poetas que imitan a los dadaístas sin saberlo, cómicos ambulantes y otras
tantas sandeces que la canalla celebra estentóreamente.
(605)
Para
dialogar con un hombre sabio, lo leído y las ideas; para hacerlo con un
estúpido, tapaderas en los oídos y cataratas en los ojos.
(606)
En
esta política peruana, corrupta y malsana, el patrón le roba al obrero; el
mayorista al campesino; el bodeguero al ama de casa; el abogado al querellante;
el ministerio al jubilado; el empleador al empleado. Así, en una gigantesca rueda
de Chicago, cual maquinista indefenso y aturdido, los peruanos vemos pasar a
nuestros congresistas y ministros vitoreando al presidente que apaña y
consiente toda suerte de gatuperios y desfalcos.
(607)
Hay
gobiernos tales que el presidente ladrón no puede enviar a fulano a la cárcel porque
es el cuñado; a perencejo, porque es sobrino del primo de su esposa; a mengano,
porque es miembro del partido que gobierna. Qué desgraciado país, este, donde
los pocos hombres de valor tienen que convivir con una muchedumbre brotada del
estercolero de la mediocridad.
(608)
¿Cómo
puede el Hombre aprender a amar si aquel Dios, a quien dice amar; no da
muestras de amor alguno?
(609)
Dar
un vistazo a la Historia del Perú es descubrir que el virreinato peruano cubría
Chile, Buenos Aires, Nueva Granada, Quito, Bolivia y Venezuela, es decir, un
vasto imperio gobernado por un virrey. Exageramos si decimos que en los siglos
XVII y XVIII podría haberse considerado a Lima como la capital de América del
Sur. Ahora somos algo más que el patio trasero de Sudamérica y Lima se esmera
en ser la ciudad más sucia, caótica, violenta, desordenada y un largo etcétera.
(610)
Los peruanos no nos
contentamos con que los políticos y los curas nos engatusen. De generosas
nalgas, buscamos afanosamente a esos sinvergüenzas para que nos pateen el culo
hasta doblegarnos.
(611)
Los periodistas deben haber recibido un curso de “Mentirología, tergiversación, cojudismo y
prebenda”. De otra manera, no se explica cómo pueden mentir con descaro,
cambiar las noticias buscando el acomodo, poner la mejor cara de cojudo para no
darse por enterado y saber poner la mano en el momento preciso para recibir el
dinero sucio. Esa frase terrible de Borges los pinta de cuerpo entero: “Los periodistas deben fingir que todos los
días sucede algo importante”.
(612)
El vulgo es tan despreciable que cuando ve caer al
tirano que apoyo en su aventura rocambolesca, niega ser partícipe de la degradación
que permitió con su silencio.
(613)
En los tiempos modernos hay que andarse con
cuidado. Es perentorio detectar en los hombres sus vicios antes que sus
virtudes.
(614)
Ver los primeros minutos de la película “Cuentos inmorales” (1978), es ver los
cerros de Lima sin esa miseria que institucionalizó Fujimori, y adonde llevar
agua y desagüe resulta imposible. A través de Cofopri, el chinito del tractor y
la yuca legitimó el “derecho a invadir”
y exigir servicio de agua, luz y desagüe después. Todo el que invadió se convirtió
de la noche a la mañana en propietario. Los traficantes de terrenos fueron
considerados como agentes inmobiliarios y, aprovechándose de la bondad de
Fujimori, se repartieron el país. Esa es la razón por la que tanto convenido despreciable
adoran al “Presidente de los pobres”.
(615)
En uno de sus escritos periodísticos, el Señor Beto
Ortiz se lamenta del bajo nivel de debate que ha provocado su defensa del fallo
judicial que dio la razón al economista Oscar Ugarteche y su pareja, Fidel
Aroche. Una de las joyitas que le lanzaron al señor Ortiz a través de su
Facebook fue: “Calla, viejo rosquete”.
El agravio no hizo más que estimular el magín de nuestro bravío escritor quien
al vuelo respondió: “Rosquete desde
chiquito, pero ¿viejo? Vieja será tu vieja”. ¡Qué prosa! Tanta imaginación
opaca al autor de La Comedia Humana; Flaubert se rinde a los pies de Beto Ortiz
a la hora de buscar la adjetivación precisa; Joyce disminuye en estatura al
lado de este gigante que reviste la prosa de una pátina de procacidad
Esta breve respuesta nos lleva a inflar el pecho y
a decirle al mundo: “Inglaterra había
dado al mundo a Shakespeare y a Byron; Alemania a Schiller y a Goethe; Francia
a Balzac y a Flaubert, pero el Perú nos ha dado a Beto y a Miyashiro”.
(616)
Cuando imitamos los logros de otros muchas veces no
pensamos en las vicisitudes que han costado esos triunfos. Es como el alpinista
que sigue al primero que está por alcanzar la cumbre; ve done llegará éste,
pero no ve el esfuerzo que le costó.
(617)
Los miembros del Sodalicio tienen en la mirada el
apetito de Tiberio y el encandilamiento de Layo cuando ven a un niño.
(618)
No me cabe duda de que los animales también sueñan,
aunque demostrarlo resulte, por ahora, un imposible. Me juego un ardid: ¿Con
qué sueña un mono? Con un plátano. ¿Y una gallina? Con maíz. ¿Y un perro? Con
un hueso. Después de estudiar a Freud concluyó que los sueños no son más que la
realización de los deseos. En una ocasión soñé que iba de la mano con una
jovencita por parajes maravillosos y me sentí sumamente enamorado de ella. Si
existen los ángeles, pensé, el rostro de ella debían tener esos misteriosos
alados. La vista que contemplé en el sueño era una copia de un encuentro que
tuve días antes con una exalumna a quien no veía hacía mucho tiempo, cuyo rostro,
carisma y simpatía, siempre me había cautivado. Vistas las cosas así, mis
sueños me revelan los deseos de mi mente inconsciente.
(619)
Después de tantos fracasos sentimentales, unos más
catastróficos que otros, concluyo que carezco de la capacidad de controlar mis
pensamientos y sentimientos negativos acerca de ella, quedando los positivos subyugados a éstos.
(620)
Todas las discusiones plagadas de críticas, ironías
o sarcasmos, tienden a tener mal final. Los más beligerantes acompañan sus
ataques con gestos de burla, movimientos de boca y ojos, ridiculizaciones que
no tienen otro fin que hacer que nuestro contendiente se sienta cada vez más
infeliz.
(621)
El matrimonio, vivir bajo el mismo techo, no
garantiza que tengamos el mismo horizonte.
(622)
Los padres cuando educamos a nuestros hijos
cometemos errores gravitantes que ya no se pueden corregir. Solemos llamarles
la atención delante de otros llevados por nuestro orgullo de que piensen que
somos rígidos; cuando queremos resaltar sus cualidades, lo hacemos a puerta
cerrada, privándolos del placer de que otros conozcan sus virtudes como diría Galeano, el mundo al revés.
(623)
El gran problema de muchos es que hablan de lo que
van a hacer y que al final no hacen; los pocos, son los que no hablan, pero
hacen. Con el paso del tiempo lo que perdura es lo que se hizo y no lo que se
dijo que se iba a hacer.
(624)
Siempre vivimos lo suficiente para ver que aquellos
que criticaron duramente nuestros errores, terminan también cometiéndolos. Es
obvio que en ellos el error es doble.
(625)
Si hay una máxima de Cristo que la Iglesia Católica
nunca ha practicado y jamás practicará es aquella que dice: “Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto
tienes y dáselo a los pobres”. Otra interesante que al Papa y sus
compinches les debe causar más de una indigestión es aquella que dice: “Al que te pide, dale; y no le des la
espalda al que pretenda de ti algún préstamo”.
(626)
No creo que exista mayor crueldad que aquella que
se ejerce contra los niños. Los tormentos sufridos por Oliver Twist y David
Copperfield se dan por todo el mundo en una realidad que nos lleva a pensar que
los personajes de Dickens no tienen nada de imaginarios.
(627)
Unos
de los que más sufren el fantasma de la miseria son aquellos que tienen hijos
en edad de manutención; orillándolos con este temor, están los pobres que viven
angustiados por perder su empleo o su salud. La búsqueda de “seguridad” es el
pan de cada día.
(628)
El
peruano ama la anomia, la anarquía, se entusiasma y participa en la
informalidad. El caos lo emociona hasta las lágrimas, el desorden lo seduce; la
basura desperdigada por las calles y el fuerte olor a sobaco en las combis lo
excita, lo induce al orgasmo. Le place mear en la vía pública, ver cagarse a
los perros en las aceras; emborracharse en la calle con el torso descubierto y
el radio del auto a todo volumen lo hace alucinar: se cree Cristiano Ronaldo en
el Bernabéu, Marlon Brando en “Nido de ratas”, Al Pacino en “Caracortada”.
Estas son algunas liendres, fruto de lo que Basadre denunciaba el año cuarenta:
un Perú gobernado por la improvisación, la insolvencia moral, el caballazo, por
una banda de ladrones que cumplen a rajatabla y cartabón la agenda del
empresariado siempre presto a seguir viviendo de un Perú que se desangra. Los
dueños del Perú lo tienen todo, pero quieren más.
(629)
Los
niños nacen tan desprotegidos como el hombre desesperado que se abraza a la
Venus de Milo.
(630)
Leer
una obra de Oscar Wilde es un viaje seguro a la inteligencia, a la acrobacia
del pensamiento, a la banderilla en el lomo del toro elevada con la precisión de
un cirujano. Mucho se ha hablado y escrito sobre sus devaneos y escarceos
amorosos. ¿Pero qué es eso comparado con el coraje viril con que enfrentó su
cruel destino? Sabía del infierno atroz que lo esperaba, pero ese fuego no lo
calcinó; ese acto ha hecho de su obra un pedestal inalcanzable para el común de
los mortales.
(631)
¿Será
que la atracción que me provocan las mujeres de cuerpos carnosos proviene de mi
temprano encuentro con los cuadros de Rubens? “El rapto de las hijas de Leucipo”
despertó mi “apetito” entrada la turbulenta adolescencia.
(632)
Ser
feliz en medio de la injusticia es ser un canalla. Esta reflexión guarda un
parentesco subyacente, con esa frase de Pablo Macera en una entrevista con
César Hildebrandt: ser feliz en el Perú no es ser un tonto, sino un miserable.
Y como envío, me viene en mente un verso de Arturo Corcuera:
“Es cruel tener ánimo
para la risa en medio
del crimen”.
(633)
Es
difícil hoy en día encontrar un tipo leído; la mayoría es gente obtusa, lastres
sumergidos en la frivolidad y la estupidez. Pocas veces se puede disfrutar de
una charla inteligente, placentera, de un buen oído con quien compartir
lecturas. Vivo arañando superficies que tienen el grosor de una seda. Los
zahoríes abundan y son peligrosos, pues, venden su mercancía con gran facilidad
entre los mentecatos. La chusma invade esos mercados en busca de pompas de
jabón. El homo sapiens está en
involución.
(634)
Solo
un pueblo indisciplinado y sedado por la frivolidad, puede permanecer
indiferente a un gobierno en manos de un anciano pachorrudo y machucho que no
sabe qué hacer con las riendas de un país que va hacia el abismo como un
caballo ciego y desbocado; un gobierno sin planificación a la espera de un
chispazo que ilumine un camino a seguir.
(635)
El
dinero sucio no tiene padres, es huérfano, es como las aves cuando vuelan o
como la muerte cuando se desplaza, no dejan huellas. Eso bien lo saben nuestros
gánster criollos: Alan García, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta
Humala y Pedro Pablo Kuczynski. La plata no solo viene sola y, si deja leves
indicios, estos se diluyen en el camino hacia la nada.
(636)
Entre
los once y trece años, hemos despertado en algo a esa cándida inocencia, a esa
pureza de pensamiento al cual hemos guardado una devoción absoluta casi
fanática. Es la etapa del enamoramiento, de la búsqueda de un ser a quien
dedicar las mejores horas de nuestras reflexiones, alguien con quien compartir,
aunque sea a solas, nuestros más recónditos secretos. Esa etapa solo abarca un
pequeño fragmento de nuestra vida, pero por su intensidad y particularidad, se
enquista en nuestro corazón como una de las experiencias más preciadas de
nuestra existencia; tesoro espiritual que nos acompañará hasta el último día.
(637)
La
poesía se diferencia en su estructura expresiva de la narrativa tanto como un
cuento se diferencia de un relato y este de una novela por su extensión. Muchos
se lamentan diciendo que no entienden lo que el poeta expresa en su creación.
Yo no entiendo ruso, y para mí una novela de Dostoievski en dicho idioma es
como un libro lleno de páginas blancas. ¿Pero existe realmente dicha novela?
Claro que sí, el hecho de que yo no lo entienda no significa que no existe. En
conclusión, no hagamos culpables de nuestras falencias a los otros, sino a
nosotros mismos de no comprender algo de lo que no tenemos idea.
(638)
Los
políticos tienen la catadura del Señor de las Tinieblas. Si puedo vender mi
automóvil, mi casa, mi ropa y hasta mi ropa interior, que son míos por una
razón legal y jurídica, y que por otro lado están fuera de mí. ¿Por qué no
puedo vender mis principios, mi ética, mi moral, mi voto, mi fe, mi palabra, mi
opinión y hasta mi vida, si soy mi propia conciencia, o sea yo mismo?
(639)
Frente a las cosas en que
la mayoría pasa de largo, el poeta se detiene, observa, hurga, reflexiona y
construye un nuevo mundo donde la música se transforma en palabra y la palabra
en música. Un florero, un hueso de pollo en el plato vacío, el aura de la
tarde, un amanecer invernal, una piedra en el camino, una voz que emerge en el
seno de una multitud; todo ello tiene algo que decir, pero solo el poeta tiene en
el espíritu el receptor que se necesita para descifrar ese mensaje criptico que
yace ahí, esperando, recóndito y callado. Un lenguaje nuevo brota a borbotones
de una mente encendida: almo, procela,
nubífero, fontana, rauco, linfa, undísono, rutilar, marfileño, velívolo,
coruscar, dea, mirífico, nadante; son algunas voces que buscan su lugar en
el verso guiados por una mano divina. He ahí la esencia de la poesía.
(640)
La
soledad puede dar la impresión de un estado de angustia, timidez, temor o
depresión. Para quienes disfrutamos de ella es protegernos del mundanal ruido, como diría el poeta salmantino. La soledad es
un buen estado para la meditación, la reflexión, el recogimiento espiritual. La
soledad exige disciplina y autocontrol. La vida en sociedad, en multitud, en
grupo, puede llevarnos a pantanos infranqueables, a arenas movedizas difíciles
se soslayar, a terminar cercados por los celos, rencores y ambiciones de las
que desconocíamos su existencia. Desde el raso resulta imperceptible tal fresco
de pasiones. Desde la corona, se aprecia con claridad. En la soledad desaparece
ese cuadro de vulgaridad y medianía. Quizá, pienso, desde niño intuí que como
decía Unamuno, un hombre tiene que echar raíces en la propia infinitud, en la
soledad, mejor que en el mundo. Creo que he echado muchas, algunas han
perdurado hasta ahora, otras se han secado quizá por falta de prendimiento;
otras, quizá esperando alguna luz que asome cuando tenga que transponer el
umbral que separa la vida de la muerte.
(641)
Lo
más elemental de toda crítica es la imparcialidad. ¿Existirá un crítico
imparcial? El verdadero crítico es una utopía, pues, encontrar calidad de ética,
criterio objetivo y desprendimiento de bajas pasiones al juzgar algo o a
alguien, es una labor que escapa a la naturaleza humana tan dada a la envidia,
a los celos, a la chismografía, a la maledicencia y a tantas otras taras que
hacen imposible apreciar la grandeza en las acciones de otros.
(642)
Observo
un obeso sacerdote y no puedo evitar pensar en esos curas que no conocen los
borborigmos del ayuno; sus abultados vientres y sus rosados mofletes nos hablan
de pan de molino, odres del buen vino, jamón de pernil y de otros manjares
suculentos: ¿curas robustos para feligreses raquíticos?
(643)
Todo
hombre sensato se protege de la vulnerabilidad fortaleciendo su autoestima,
pero cuando esta se agiganta hasta el descontrol se vuelve siniestra cuando se
transforma en creencia hegemonista. Ha nacido entonces la superioridad de género,
el machismo; de religión, el fundamentalismo; de patria, el nacionalismo; o de
raza, el racismo. Las consecuencias están a la vuelta de la esquina: las
distintas formas de violencia destructiva, las guerras, los maltratos, las
exterminaciones étnicas, las violaciones. Los hechos históricos son tantos que
se podrían llenar con ellos varios gruesos volúmenes.
(644)
La
confianza, muchas veces, no es otra cosa que el deseo optimista que se siente
antes de enfrentarnos a una dolorosa realidad.
(645)
Cuando
dos personas se ponen de acuerdo después de una acalorada discusión, salen de
la liza con una decisión que ninguno de los dos quería.
(646)
Hay
personas que sin conocerlas bien son antipáticas e intolerables; cuando las
conocemos mejor, descubrimos que son peor de lo que pensábamos.
(647)
Cuando
nos sentimos deprimidos, infelices, atrapados en el sufrimiento, corremos y nos
prosternamos ante Dios; pero cuando la felicidad y el bienestar son dueños de
nuestro espíritu, ya no nos acordamos de aquel a quien quizá con nuestros
ruegos y peticiones nos ha llevado a ese estado de paz espiritual. ¿Será la
religión una enfermedad?
(648)
En
la vejez llegan los males físicos con la puntualidad con que se dan las
estaciones.
(649)
Gastar
fuerzas lamentándonos por lo que no hicimos en el pasado es como depositar
piedras entre los surcos esperando que nos den frutos.
(650)
Los
vicios que en otros nos parecen despreciables, cuando los padecemos nosotros, o
no los advertimos o les restamos importancia.
(651)
Los
hombres tienen una propensión al mal con la misma fuerza con que la hiedra se adhiere a la roca; hacer el
bien al prójimo no posee atractivo alguno para una especie como la humana, tan
autodestructiva en su esencia.
(652)
Todo
poema al ser traducido a otra lengua pierde su musicalidad, su cadencia. Ya lo
decía Voltaire: ¿Acaso se puede traducir la música? Es un eco de lo que el
poeta quiso expresar, pero no su voz. Hay un proverbio italiano que remarca con
precisión lo dicho hasta aquí: traduttore, traditore (traducción, traidor).
(653)
Sin
naturaleza no hay arte. El hombre la observa, deja que atrape su espíritu para
hacerla suya y plasmarla en un lienzo, en un poema, en una sinfonía. Ahí están
Dante, Goethe, Beethoven para confirmarlo.
(654)
Los
políticos son como los buenos crupier, le reparten buenas cartas a sus
electores para que se entusiasmen y hagan buenas apuestas, sabedores de que al
final les ganarán la partida.
(655)
La
madures a algunos nos llega temprano; a mí me llegó el día que ya no dejé que la
Iglesia me siga mintiendo.
(656)
El
día que me encuentre con una estatua erigida a un crítico literario, comenzaré
a creer en ellos.
(657)
Hay
quienes tiene conocimiento, pero no imaginación: son como los gusanos que
siempre vivirán a ras del suelo; hay los que tienen imaginación, pero no
conocimientos: son como los pájaros que llegan hasta la copa de los árboles más
altos, pero nunca percibirán en sus alas la humedad de las nubes. Las águilas
son aquellas que dominan el cielo y la tierra porque han cultivado su
imaginación y su conocimiento a través de la vida.
(658)
La
única esclavitud que nos podemos permitir, es la que nos mantiene sujetos a la
búsqueda del conocimiento.
(659)
Desde
que nacemos nuestra vida se parece a un barco, siempre levando anclas para
zarpar y recalar en otros puertos.
(660)
Aquel
que se siente dichoso en este mundo ya está preparado para pasar por el
psiquiatra.
(661)
Algunos
piensan que no tengo amigos; cuando conocen mi biblioteca se dan cuenta que
prefiero a los libros porque no hablan y dicen mucho, que a los hombres que
hablan mucho y no dicen nada.
(662)
No
niego que existan los milagros, pero existen solo para aquellos que se
esfuerzan mucho para conseguirlos y no para esa mayoría que se prosterna ante
un santo de escayola a esperar que le caigan milagros como si fueran gotas de
lluvia.
(663)
La
muerte y los impuestos van de la mano con el hombre toda su vida, pero por lo
menos aquella no pasa la vida torturándonos.
(664)
Tratar
de entender a algunas mujeres es más difícil que afinar un piano sin haberlo
tocado nunca.
(665)
Ahora
que es común ver a los jovencitos con cortes de cabello al rapé en todas las
formas inimaginables, me viene a la memoria las palabras de Plutarco en su Vida de Lisandro: “Licurgo dijo que el pelo largo realza a un hombre buen mozo, pero a
uno feo lo hace diez veces más feo”. Cuántos infelices no andarían
paseándose por ahí si se vieran en un espejo que hablara.
(666)
El
hecho de que el infante vuelva la cabeza vivamente a un lado, para evitar el
pezón de la madre porque ya no tiene hambre, evidencia, que lo mismo que muchos
gestos importantes, surge este como un vestigio de nuestro pasado personal. Es
de suponer que el gesto adulto que el gesto adulto de la negación, con la
cabeza o el dedo índice, tiene su origen ahí.
(667)
Qué
será de la humanidad si no existieran los gestos, ese lenguaje que expresamos
sin palabras. Un ruso, un chino, un alemán y un polaco, náufragos en una isla
no tendrían problemas de comunicarse en lo básico echando mano a las
gesticulaciones. Si no existieran estas, vivirían el resto de sus días como en
una torre de Babel.
(668)
Los
verdaderos sentimientos de los hijos entre ellos, se aprecian verdaderamente
cuando muere uno de los padres dejando una gran herencia.
(669)
Hay
dos lacras que deslucen la existencia humana: los jóvenes desidiosos sin
entusiasmo y los ancianos ignorantes sin experiencia.
(670)
Mantener
viva la llama del amor en el matrimonio durante toda la vida, es más difícil
que tocar un bombo dentro de un automóvil.
(671)
Es
inevitable como predecible, escuchar un bocinazo después del llanto.
(672)
Las
empresas encuestadoras son los prostíbulos donde se forman las putas
estadísticas.
(673)
¿Puede
haber algo más erótico que pasarse la vida tocando instrumentos de cuerda y
terminar en la horca?
(674)
Un
chiste nos hace reír si es bueno y si quien lo cuenta tiene gran sentido del
humor. El humor es como un jugo surtido donde se mezcla la exageración, el
sarcasmo, el donaire, la ironía, la sátira y la burla; todos los ingredientes
necesarios para hacernos pasar un buen momento.
(675)
La
naturaleza es tan sabia que no cree en esos milagros tan propalados por la
Iglesia Católica. Que broten uvas de un cedro o peras de un olmo solo puede
caber en la cabeza de un idiota. Pero en los seres humanos si se evidencian
transformaciones que han puesto de cabeza a etólogos, antropólogos y a todos
aquellos científicos que tienen que ver con el hombre. No hay mejor campo de
estudio – lo cual no debe enorgullecernos – que el Perú. Ahí está Vargas Llosa
metamorfoseado en camaleón, Nadine Heredia en zorra, Fujimori en rata, Toledo
en llama, Humala en oveja, García en cerdo, Mulder en perro, Kuczynski en
gallina y Keiko en dragón de Komodo.
(676)
Cuando
murió Augusto Polo Campos, empezó la típica huachafería peruana. Homenajes,
viudas plañideras y el vulgo, como siempre, en primera fila ante las cámaras.
Hasta se dijo que había muerto un genio. ¿Un genio? Ese hombre que ante cámaras
le dijo a César Hildebrandt que se enorgullecía de no haber leído libro en su
vida. ¿Pero se puede ser tan animal, carajo? Ahora se entiende como de ese
cerebro hueco brotaron esos valses simplones, huachafos y ridículos. ¿Puede
haber algo más huachafo que “Contigo Perú”? Sí, “Cariño bonito” y tus ojos
chinitos…
(677)
Una
de las paradojas de la vida está en el hecho de que retroceder puede significar
avanzar, siempre y cuando sea para rectificar.
(678)
Lancemos
un psicosocial sobre el vulgo y el eco ponzoñoso rebotará entre ellos con la
facilidad con que el agua se adapta a cualquier recipiente. Ninguna mentira se
esparce a más velocidad que entre la chusma. Ese es el ABC de los políticos en
sus campañas.
(679)
Muchos creen que la originalidad consiste en
verse distinto a los otros, cuando la esencia de ello está en ser auténtico.
(680)
Cuando
veo a los jóvenes llegar a la escuela, en los recreos o saliendo de ella,
activando sus celulares con la misma alegría y entusiasmo con que una madre
mira al recién nacido en sus brazos, me pregunto qué carajo hago hablándoles de
poesía, de novelas o de la importancia de su futuro.
(681)
Controlar
el miedo es tan difícil como dominar los instintos. Lo primero nos lleva a ser
valientes; lo segundo se convierte en una virtud.
(682)
La
memoria es como un río enorme que pasa por nuestro cerebro; son los peces que
quedan en la albanega los recuerdos que conservamos. Mientras más grande el
pez, más imperecedero será el recuerdo.
(683)
Cada
ser humano nace con un reloj dentro de sí que marca el límite de nuestra
existencia; a ese reloj le ha sido dada cierta cuerda. El día que se detenga la
máquina también nos detendremos nosotros.
(684)
Muchas
de las metas que nos proponemos en la vida son como las montañas o las
estrellas. Las primeras, logramos alcanzarlas con gran esfuerzo; a las otras,
no las alcanzaremos nunca. Pero estas últimas estarán siempre dándonos la
ilusión de que algún día, si seguimos esforzándonos, las alcanzaremos.
(685)
Los
poetas han escrito miles de versos observando la luna durante generaciones;
cuando los poetas habiten la luna en un futuro no muy remoto, no creo que
pongan el ojo en la Tierra para inspirarse.
(686)
Lo
trágico del matrimonio es que es como una copa de cristal a la que debemos
cuidar cada día, para evitar que se raje o se quiebre. Como la porcelana que se
quiebra, las uniones se notarán aunque se la remiende. Lo sublime del principio
había desaparecido.
(687)
El
corazón de las mujeres es como una flor dispuesta a aceptar el rocío que cae
sobre ella con suavidad. Ante una tempestad, se cierra inexorablemente para
siempre.
(688)
Mucha
gente se ha acostumbrado al ruido y lo acepta con normalidad. El ruido atenta
contra las cosas sublimes que la vida nos ha dado: la música, la poesía, la
conversación, el trino de los pájaros, el frufrú del follaje golpeado por el
viento, toda la belleza en sí. El ruido es una afrenta a la paz, a la noche, al
silencio que necesitamos para reflexionar sobre nuestra existencia. Es la peor
afrenta que los seres humanos podamos recibir.
(689)
La
nostalgia es una de las grandes paradojas de la vida. A ella podría aplicarse
esa sentencia que Víctor Hugo acuñó a la melancolía: el placer de sentirse
triste.
(690)
El
hombre es tan mono en lo imitativo, que estoy tentado a lanzar al mercado un
millón de poleras con el rotulo: “El
dinero no hace la felicidad”. De seguir que me hago millonario.
(691)
La
fortuna me ha sonreído muchas veces. Se me ha presentado coqueta, seductora,
con guiños sugerentes. Ante este acontecimiento misterioso y extraordinario me
he preguntado siempre: ¿Qué me ocurrirá? Indudablemente que se requiere cierto
talento, inteligencia e intuición para reconocerla y estar preparados a
lanzarnos por la vida junto con ella, como un matrimonio inseparable.
(692)
Nadie
nos enseña mejor el arte del relajamiento y el descanso que el gato. Cuando se
echa da la impresión de un líquido esparcido en el suelo. Su quietud es un
somnífero que nos adormece.
(693)
Si
no fuera por nuestros errores, no hubiéramos descubierto muchas cosas.
(694)
Cuando
era joven y llegaba la primavera me pasaba gran parte del día soñando; ahora,
camino a la vejez, me paso los días recordando.
(695)
Cuando
algunos alumnos me dicen que quisieran que sus padres fueran como yo, pienso
que un buen maestro vale más que cien malos padres.
(696)
Al
ver cómo se van desforestando los bosques por la ambición desquiciada de los
hombres por acumular riquezas a costa de los árboles, pienso en esa admirable
costumbre que se practicaba en la antigua Judea: cuando nacía un niño, los padres
plantaban un cedro, y si era una niña, un pino. De ahí que el patio que cubría
a los novios en las bodas, se entretejía con ramas de los dos árboles.
(697)
Escuchar
a un estúpido y querer entenderlo, es como oír a otras personas que hablan un
idioma que desconocemos.
(698)
La
autoestima que se tiene un hombre, es la suma de las aprobaciones que sus
padres le depararon cuando era niño.
(699)
El
hombre de hoy deforesta los bosques para generar materia prima para llenar el
tanque de su automóvil, con él recorrerá kilómetros contemplando el triste y
nefasto paisaje de la desolación.
(700)
Cuando
estemos convencidos de que ya hemos reflexionado en todo, ha llegado el momento
de marchar en reversa para reflexionar en todo aquello que no hemos visto la primera
vez.
(701)
Nuestros
padres con su comportamiento, sus consejos y sus enseñanzas son nuestros
primero “libros” con los que aprendemos a dar nuestros primeros pasos. Luego,
con los libros en sí, descubrimos que no solo estamos llamados a caminar, sino
que estamos aptos para volar con la imaginación.
(702)
Solo
teniendo ante nuestros ojos la Torre Eiffel, la inclinada de Pida o el
imponente Machu Picchu, sabremos lo que siente la liebre hipnotizada por la
cabra: lo magnificente nos inmoviliza.
(703)
Llegada
la noche, más provechoso resulta pensar en lo que haremos mañana, que en lo que
hemos hecho hoy.
(704)
Muchos
hombres llegan a comprender a las mujeres más o menos cuando el fuego de la
pasión se va apagando.
(705)
La
televisión es una de las más peligrosas creaciones de los hombres: mientras que
las lavadoras lavan la ropa, la televisión lava cerebros.
(706)
Los
padres somos como la ballesta de Guillermo Tell y los hijos como flechas. Debemos
tener la paciencia y la inteligencia para que esas “flechas” den en el corazón
de la manzana. Así sabremos que son felices y que nuestro esfuerzo no ha sido inútil.
(707)
No
es difícil darnos cuenta si es que un una casa viven niños; su energía se ve
reflejada en paredes pintarrajeadas, adornos quiñados, cuadros mal alineados,
manchas en los sillones y encerados rayosos como una piel de cebra.
(708)
Si
fuera secuestrado por unos extraterrestres y me llevaran a los confines del
universo, para que les definiera a la humanidad en una sola palabra, no dudaría
en responder: Decepción.
(709)
Uno
de los objetivos primordiales de un buen maestro es preparar a los jóvenes para
que se eduquen a sí mismos cuando ya caminen solos.
(710)
Con
la contaminación ambiental, será la Primavera la primera estación en
desaparecer.
(711)
No
hay nada más incómodo que el hecho de que nos dé hipo en un lugar público. Pocos
saben que con una cucharadita de azúcar disuelta suavemente en la boca, el hipo
desaparecerá.
(712)
Aunque
la Tierra de llene de cardos, yedras y abrojos, encontraré siempre un lugar
para la flor de mi Principito, para
darle su maíz a mi Carmelo, para
pasear sobre el lomo de mi Platero.
Allí donde los hombres hayan dejado su paso hecho aridez y bosques hechos
secano, forjaré un oasis con mis manos y sembraré mi trigo, y veré reverdecer
al mijo y sacaré de mi corazón el piar de los jilgueros.
(713)
La
muerte no llega con la vejez sino con la ignorancia.
(714)
En
el amor hay que aprender a dar y no solo a recibir, a dar libertad en vez de
someter, solo así lograremos la equidad que la convivencia diaria requiera.
(715)
La
sonrisa es la más refinada muestra de alegría, la carcajada representa la
faceta grosera.
(716)
A
veces me levanto pensando que será el último día de mi vida, y que las horas
que me quedan son los hálitos postreros de una existencia que viene, permanece
y pasa.
(717)
Cuando
veas tu imagen en los ojos del otro, habrás llegado al umbral donde el amor te
espera para elevarte al paraíso.
(718)
He
aprendido más viendo actual a unos hombres, que escuchando hablar a muchos.
(719)
La
vida me ha enseñado que en conversaciones de mujeres, lo más que podemos
aportar es una interjección…
(720)
Lo
paradójico de la vida es que si le encontramos sentido, comenzaremos a
torturarnos pensando en que algún día tendremos que abandonarla.
(721)
Cuando
era un adolescente veía a otros como yo fortaleciendo sus músculos para atraer
a las muchachas; yo, joven enclenque por naturaleza, leía incansablemente para
fortalecer mi espíritu. Los resultados fueron óptimos. El cerebro se impuso
contra los músculos.
(722)
Si
confías tus secretos al viento, no lo culpes por contárselos a los árboles. Los
pájaros terminarán por quitarle el barniz de lo privado.
(723)
La
edad madura no es más que aquella etapa en que nos damos cuenta de que aquellos
consejos que nos dieron de jóvenes y que no seguimos, eran ciertos, y que
hubieran hecho nuestra vida mejor.
(724)
Si
crees que estás yendo por el camino correcto, retoma hoy el camino donde te
detuviste ayer.
(725)
Lo
bueno deja de ser bueno para ser mejor, solo cuando nos atrevemos a ampliar el
horizonte de nuestros deseos.
(726)
El
espejo es el guía que nos va marcando el camino de la vejez.
(727)
La
muerte no llega con la vejez sino con la ignorancia. Ya lo dijo Herodoto, el
hombre que no lee es un cadáver que camina.
(728)
Quien
quiera ser águila tendrá que atreverse a volar alto; si aspira a ser león, es
menester rugir con tal bravura que las piedras muden sus emplazamientos; si
horizonte, llegar a la cima de la montaña más alta con la sola compañía del espíritu.
(729)
Criar
un niño es como tratar de escribir con la mano izquierda siendo diestro.
(730)
Muchos
hombres recuperarán la fe en la religión cuando se vuelvan antropófagos y se
cocinen un cura en el almuerzo. La fe les entrará entonces por el estómago.
(731)
El
corazón es la memoria donde se guardan las cosas agradables que nos ha tocado
vivir.
(732)
Unos
tallarines, cappelletti, ravioli, ñoquis, canelones o macarrones son queso
parmesano y sin vino, es como una fiesta sin música.
(733)
Algunas
veces he tenido que hacerme la idea de que el error cometido por otro ha sido
por mi causa; solo así llego al convencimiento de que podre ser capaz de
perdonarlo.
(734)
Si
no somos capaces de percibir los defectos en otros, es que nosotros también los
padecemos.
(735)
A
veces salimos amargados por la puerta sin despedirnos, sin pensar que puede ser
la última vez y que no habrá cabida para el arrepentimiento ni regreso para
abrazar a aquel o aquella con quien nos hemos disgustado.
(736)
Los
únicos títulos honoríficos del hombre de bien es el de los apellidos que hereda
de sus padres, si fueron estos merecedores de una vida digna.
(737)
Nada
resume más la locura de Jesucristo que sus últimas palabras al expirar en la
cruz: “En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu”.
(738)
No
es plagio tomar una idea de un cerebro donde esta no crecerá. Transferidos a un
cerebro inteligente, esa idea dará sus frutos como un nisperal florido.
(739)
El
abúlico se conforma con verdades a medias; el cobarde huye de la verdad, el
soberbio se cree dueño de ella y el indiferente prescinde de ella.
(740)
Los
viejos sabios son como los robles majestuosos que han visto ir y venir grandes
aguaceros y feroces tormentas. Ninguna catástrofe ha podido derrumbarlos.
Otros, han sido como frágiles flores que al primer viento fuerte dieron en
tierra con sus pétalos.
(741)
Por
el camino del después del lago, se llega a la cabaña del me olvidé.
(742)
La
religión como el amor es una enfermedad, mientras la segunda es un padecimiento
hidalgo, el primero es un cáncer que va
minando poco a poco la dignidad y el pensamiento del hombre. La religión
embrutece, empobrece la voluntad hasta absorber el juicio de su víctima. Un
sacerdote: un parásito que vive del rebaño.
(743)
El
hecho de que el caníbal utilice cubiertos de plata para comerse a su víctima,
no es ningún indicio de progreso.
(744)
Un
amigo es una luz en las tinieblas, un hijo, un sol que resplandece al mediodía,
un amor, la mirada de Dios en los intersticios del alma.
(745)
La
oportunidad se nos presenta muchas veces de improviso, es como los atardeceres,
si nos demoramos mucho, nos lo perderemos.
(746)
Que
el perro sea considerado el mejor amigo del hombre, ya dice mucho de lo
desprestigiada que está la especie humana.
(747)
Es
este mundo donde la ignorancia parece hacerlo copado todo, como un gran diluvio
que cubriera hasta la última cima del pico más elevado, el escritor debe tener
la convicción de que todo lo que escriba no será leído ahora, sino en un futuro
quizá muy lejano.
(748)
No
hay nada más injusto que la Justicia sin la venda en los ojos y sin la espada
en el ristre.
(749)
El
que no tiene a la razón del lado suyo, recurre a la calumnia y al insulto como
último recurso.
(750)
El
tiempo pasa con las horas erosionando a los días y con estos royendo a los
años. Víctima de este acontecer es nuestro rostro.
(751)
A
veces las palabras son solo palabras. Churchill dijo durante la guerra
refiriéndose a Stalin cuando ya Hitler había lanzado la operación Barbarroja,
los enemigos de mis enemigos son mis amigos, dando a entender que Inglaterra y
la Unión Soviética debían unirse para combatir a un enemigo común.
Innegablemente, tener un enemigo común no es buen cimiento para construir una
amistad verdadera.
(752)
La
mayoría de las veces la melancolía y la tristeza que se apodera de los ancianos
no se debe a un acontecimiento nefasto o circunstancias singulares, estas se
confunden con el aburrimiento morboso que los carcome, con el doloroso y
denigrante sentimiento de incapacidad, de su soledumbre en la entraña de un
mundo que los ignora, que solo siente desdén por ellos.
(753)
Aparte
de una u otra marcha de protesta contra la corrupción que ha llevado a este
país a la ruina, el pueblo peruano se ha convertido en un ciego y en un sordo
político.
(754)
Los
curas, llevados por un morbo incomprensible, nos quieren imponer santos, ángeles,
profetas, apóstoles y, sobre todo, la presencia de un dios omnipotente. Parece
que compeliéndonos así, se sienten más seguros en la administración de su
negocio (entiéndase Iglesia). Actuando así, han logrado convertir a ingenuos e
incautos en reses, ovejas dóciles de un rebaño que sigue a rajatabla las normas
de una organización mafiosa cuya sede central es el Vaticano. Pastores
amorosos, los curas parecen haber perdido el cayado de hombría y dignidad con
el que Jesucristo predicó en el seno de un Imperio nefando y corrompido. Cada
siglo que pasa, los Papas se parecen más a Tiberio en su apetito sexual, a
Calígula por su perversidad a Neón por su desquicio.
(755)
¿Podrá
decirse que la vejez es la coronación de la existencia humana? Las
enfermedades, la economía y el contexto social pueden truncar el final de una
vida activa, pacífica y generosa. Cuando no acontecen estos hechos nefastos que
reducen al anciano al estado de subhombre, sigue siendo a través de los cambios
fisiológicos propios de la edad el ser que ha sido. Los años venideros
dependerán de su madurez.
(756)
Quien no se ha embriagado de poesía, no está
capacitado para percibir la música invisible que asoma a borbotones en cada línea
de una prosa depurada y bien pensada.
(757)
Desde
que Gutenberg inventó la imprenta el número de libros publicados debe haber
sobrepasado largamente el número de seres humanos que han poblado la tierra. El
desarrollo de la lectura se fue dando paulatinamente de menos a más. Con el
desarrollo de la ciencia y las innovaciones que cada año se da a través de la
tecnología, ha resultado fatal a causa de esta última, que busca
mayoritariamente el divertimento. El hombre se está estupidizado tanto al
dialogo anodino y silencioso que brinda el facebook. Ya no se desarrollan
ideas, el pensamiento reflexivo, analítico y crítico ha sido desechado por la
superficialidad y estrechez de pensamiento. La clase política dominante y
expoliadora celebra este hecho, pues, libres de manos y sin control alguno,
hacen del Estado su caja chica, un ente al que se puede llegar fácilmente para
saquearlo.
(758)
Lo
prometido nos hace esclavo de nuestra palabra, la que callamos, es esclava
nuestra.
(759)
El
ingenio popular no tiene límites y es muy imaginativo. La palabra yavash significa “lento” en el idioma
turco. Como Ankara, su capital, que es principalmente centro gubernativo
notable por la lentitud burocrática, exaspera a los turcos; de ahí que hayan
bautizado a la capital con el sobrenombre de
“Yavashington”, en recuerdo del centro de gobierno estadounidense. Dos
pájaros de un tiro.
(760)
Oscar
Wilde llegó a ser tan profundo e irónico en su pensamiento, que su genio le
permitió comprimir en una frase lo que otro acaso necesitaba exponer en varias
páginas. “La experiencia, dijo alguna vez, es un problema de instinto vital”. Y
no cabe duda que él había nacido con este instinto. Aunque debía La
Rochefoucauld, nadie dijo jamás tantas cosas perspicaces disfrazadas de paradojas
como él. Maestro eximio cambiando los puntos de vista, ponía en aprietos a sus
oyentes al llevarlos a mirar la vida desde ángulos no usuales y ampliaba los
límites de la verdad. Veamos una comparación entre el francés y el irlandés:
Dice
la Rochefoucauld:
“La gratitud de la mayor parte de los hombres no es
otra cosa que un deseo secreto de recibir beneficios mayores”.
Veamos
la misma idea de labios de Wilde:
“… pensamos que somos generosos porque atribuimos a
nuestros vecinos la posesión de aquellas virtudes que acaso nos benefician”.
Innegablemente
que la observación de Wilde es más completa que la de la Rochefoucauld, lo que
nos lleva a pensar que Wilde fue más ingenioso, más penetrante y más amplio que
el francés. Esta reflexión me ha llevado a “juguetear”
con una de las más celebradas del gran Oscar. Dice Wilde: “Yo puedo resistirlo todo, menos las tentaciones”. Yo digo: “Las tentaciones son como los pordioseros:
si les damos una limosna frecuentemente, llegarán a pensar que estamos en la obligación
de hacerlo siempre”.
(761)
Cuando
escuchamos las divergencias de los críticos nos damos cuenta de que sus
opiniones tienen la solides de una pompa de jabón. Hablan y hablan, llenando la
cabeza de quienes se toman el tiempo de escucharlos, con discusiones anodinas.
Hojas secas del otoño que el viento arrastra hacia el vacío.
(762)
Los
cucufatos, esos santones de ocasión, suelen ver fantasmas en la evolución de la
sociedad. La homosexualidad, el aborto, la eutanasia no cabe en sus cabezas de
alcornoque, en su pensamiento cuadriculado y retrógrada existencia. Sus ojos
legañosos les hacen ver monstruosidades y repugnancias donde hay belleza. Son
mayormente los religiosos quienes conforman esta grey espantosa. El cuerpo y el
amor tienen para ellos una horma de control que viene desde la Edad Media y que
se debe respetar a rajatablas. Los homosexuales, por ejemplo, son para ellos
hijos del diablo. ¿Y qué opinan de los sodomitas y pedófilos que engrosan las
filas de sus iglesias? No se oye padre.
(763)
Hoy
los escolares ya no escuchan al maestro, solo lo ven como una grabadora que
habla y habla de cosas que no les interesa. Cuando hablan entre ellos lo hacen
a la vez y a gritos, al punto que ya parecen no entenderse. Escuchar a otro es
algo que ya no entra en sus cabezas, el silencio los aturde, la grita y el
bullicio actúa como la energía de un volcán en sus mentes con la tecnología,
cada uno viaja por la vida encerrado en sí mismo, en una capsula donde el resto
del mundo le está prohibido entrar.
(764)
La
naturaleza está siempre tentando al artista: el poeta, el músico, el pintor, el
escultor, estarán siempre fascinados por los amaneceres y los ocasos, por los
jilgueros y los avencejos, por el rosicler y el celaje estrellado; todo suma,
todo se asimila, toda la belleza inmanente a la naturaleza se desprende ante la
imaginación del artista inexorablemente.
(765)
Tener
buen olfato para reconocer a los sinvergüenzas, es el mejor insecticida para
andar por este mundo poblado de bichos repugnantes.
(766)
Cada
hijo representa para una mujer en su cuerpo, lo que un terremoto sobre un
edificio; es difícil que algún hombre se sienta tentado por un edificio que
haya sufrido los embates de cuatro sismos en veinte años.
(767)
Ya
no solo gran parte de la humanidad no cree en Dios; la mayoría no cree en el
ser humano. Dentro del mundo de los descreimientos, los políticos y la Iglesia
Católica pelean por el primer lugar.
(768)
La
discreción debe ser como la sal en las comidas: en exceso la malogra; si es
escasa nos deja con ganas de más.
(769)
El
artista como el científico recibirá siempre el premio por el esfuerzo y el
desvelo que ha consagrado a su trabajo.
(770)
Cuánto
tiempo perdemos buscando afanosamente la felicidad en el horizonte, cuando esta
yace a nuestros pies esperando que la cojamos.
(771)
Antes de aconsejar a un niño, dediquemos un
buen tiempo en averiguar qué es lo que desea. Solo así, nuestras palabras
germinaran en ese cándido ser que es nuestro más preciado tesoro.
(772)
Los
niños adoran la Navidad, su cumpleaños y las visitas de los parientes lejanos,
no por lo que esas fechas representan, sino por los regalos que conllevan.
(773)
Observo
a los políticos cuando están frente a cámaras con esos rostros pensativos,
ridículos fantoches buscando en la mollera ideas que no tienen, moviendo las
manos con displicente torpeza, privados de expresiones de alegría, sarcasmo,
enojo o afecto que las comisuras de los labios enmarcan. Todo en ellos es artificial,
falso, preparado de antemano para causar buena impresión. Provistos de una
ignorancia supina, hablan como autómatas, sin percatarse de que sus logros son
todo lo adverso a aquellos que pretendían.
(774)
Cierta
culpabilidad soterrada en los padres de hoy, ha permitido que sus hijos se
vuelvan pendencieros e insolentes. Estos, conocedores de esa falta, disfrutan a
pata suelta de todas las comodidades que les brindan. Los maestros en la
escuela terminan siendo las cabezas de turco que los padres buscaban, de ahí
que las llamadas de atención que el muchacho recibe en las aulas resonarán en
los oídos de un sordo.
(775)
A
medida que el tiempo pasa y va llegando la vejez hasta el presente se ve
invadido por un recuerdo y nos vamos sintiendo parte de un pasado que a los
ojos de los jóvenes no existe y, por ende, les causa indiferencia. La vejez no
tiene más que una semiconciencia de la vida, decía Schopenhauer en una dulce
queja. Las mismas percepciones invaden el intelecto ya sin despertar su
interés. Uno se va sintiendo desfasado, extraño entre la gente joven, y nuestra
soledad va en aumento.
(776)
La
política es el negocio más curioso del mundo. Se invierte para llegar al poder
dinero mal habido, mentiras, embutes, fraudes, verborrea y promesas que no se
han de cumplir. La cosecha es buena: popularidad, prestigio, inmunidad y hasta
condecoraciones de las más curiosas y variadas.
(777)
Avezados
en los eufemismos, dicen los mentirosos que no son aquello por lo que los
juzgan, sino que viven del lado opuesto de los hechos.
(778)
Quien
cosecha grandes ideas suelen ser víctimas de la moga de ignorantes y necios.
Allí están Miguel Ángel y Leonardo para dar fe de ello.
(779)
La
casa suele resultarnos grande cuando nos casamos y pequeña cuando llegan los hijos.
En la vejez, retoma su tamaño original.
(780)
Cuando
corregimos a nuestros hijos es como si cayera una lluvia torrencial; luego
cuando los alentamos, deben sentirse los rayos solares que secaran la tierra
que sus lágrimas han humedecido.
(781)
Cuando
nacemos somos como una gota de agua que va creciendo con la infancia y la
niñez; en la adolescencia nos vamos solidificando como un fuerte bloque de
hielo. El tiempo lo deshace y volvemos a la gota de agua en la vejez.
(782)
Los
políticos y los religiosos en vez de sacudirse de sus tontos perjuicios, tratan
de enmascararlos para darles la figura de principios morales.
(783)
Hay
que tener mucha paciencia y sabiduría para darse cuenta de que todo tiene una
razón de ser.
(784)
Así
como el sastre requiere de la piedra de amolar para mantener incisiva sus
tijeras para hender sus telas, el niño, de su padre, para que pula sus defectos
y virtudes con el fin de convertirlo en un hombre sabio y de provecho.
(785)
Leí
a Balzac con entusiasmo en la adolescencia, gracias a ello pude conocer mejor
la naturaleza femenina en la juventud.
(786)
Los
sacerdotes, maestros supremos del cojudeo, prometen a los pobres buenas tierras
en el Paraíso, pero no las concesiones petroleras o mineras en este injusto mundo.
(787)
Tratemos
con cortesía y devoción a médicos y enfermeras; son más difíciles de conseguir
que los enfermos.
(788)
Cuando
sientas que todo en la vida es inútil, es que ya una fosa te está esperando.
(789)
El
artista no descansa nunca, su arte lo asecha en todas partes, pensar en
vacaciones es una utopía; el artista es feliz de que las cosas se den así. Es
una especie sutil de masoquismo lo que le acontece, es un enfermo con una
enfermedad congénita que justifica su existencia.
(790)
Vivir
la vida, puliendo el espíritu como quien busca en la hoja del cuchillo algún
minúsculo hierro rebelde. ¿No es acaso la existencia un breve camino de sutiles
asperezas?
(791)
Me
voy haciendo a la idea de que si llego a la vejez, tendré que vérmelas con un
cuerpo que se ha vuelto endeble, cansino, atacando constantemente de achaques y
dolores. Muchos de los deleites de la vida me estarán vedados o racionados con
avaricia: la “buena comida”, el licor, el tabaco, los paseos, los deportes y
hasta el amor. Pero pienso también que, en mi caso, si conservo la visión,
seguiré disfrutando de la buena lectura y del placer se seguir escribiendo.
(792)
Cuando
estemos exponiendo nuestras ideas no titubeemos; nunca faltará un pelmazo que
quiera interrumpirnos.
(793)
Si
no fuera por los niños, ya nadie se ocuparía de las Fiestas Navideñas.
(794)
Es
más que seguro que cuando se ingrese al siglo XXII, las religiones serán vistas
como viejas fábulas, cuentos de viejas. La ciencia estará marcando los pasos
del hombre.
(795)
Cuando
pienso en el terror absoluto, en el miedo morboso e injustificado, el pavor que
somete la voluntad hasta convertir al hombre en un estropajo, todos ellos
utilizados por la Iglesia Católica para someter a los hombres a condición de
rebaño, me viene una gana luciferina de pegarle un tiro en la cabeza a un cura.
(796)
No
creo que haya un país del mundo donde sea más preciso ese dicho que reza de que
cada pueblo tiene el gobernante que merece, que en el Perú: pueblo ignorante,
cobarde, conformista, superficial, vicioso y dado a la mala vida. De ahí esos
presidentes que nos repugnan; ladrones, traidores, mentirosos, asesinos y
canallas.
(797)
La
verdad tiene muchos caminos; ora, seguimos aquellos que han sido descubiertos
por otros; ora, abrimos otros nuevos en base a nuestros descubrimientos.
(798)
Estados
como Washington, Illinois, Florida y California en Estados Unidos, reservan
parte de las sumas recaudadas por conceptos de impuestos a la gasolina, para
construir ciclovías y diversas obras destinadas a facilitar e incentivar a los
ciclistas. En Lima es común ver las vías de ciclistas llenas de bolsas de
basura o desmonte. Y ni qué decir del uso ilícito que hacen los motociclistas
de esta vía para evitarse las congestiones de tráfico. ¡Viva el Tío Sam!
(799)
La
opinión pública en el Perú es como un ciego que quiere cruzar una calle en
horas en que la gente tiene prisa por llegar a su trabajo: nadie le hace caso.
(800)
Siempre
he atesorado la música, la lectura, el silencio y la soledad. Nunca he podido
entender como hay gente que puede prescindir de ellas.
(801)
Los
jóvenes de ahora no llegan a entender que se es joven una sola vez; las aguas
de ese río impetuoso que pasa jamás volverán.
(802)
A
veces cuando doy clases a mis alumnos tengo la sensación de estar gritando en
el mar esperando escuchar un eco.
(803)
La
poesía es un estado del espíritu rebelde que se permite ciertas libertades como
revivir lo vivido para poder llorar, reír, reflexionar a voluntad.
(804)
El
amor es como una olla, sin ella no pueden convivir en paz el fuego y el agua.
(805)
La
infancia y la niñez son como esos tiernos pichones que cuando empiezan a volar
no vuelven jamás.
(806)
Si
nos atenemos al Génesis, Dios dio al
hombre hierbas, plantas, frutos y todos los seres vivos. Parece ser que con el
diluvio incrementó su dieta y se convirtió en carnívoro y vegetariano.
(807)
La
verdad se presenta desnuda porque no tiene nada que ocultar; en cambio la
mentira, es vieja mañosa y perversa de vistosos ropajes con los cuales oculta
su maledicencia.
(808)
No
existe hombre más dependiente de otros que aquel que vive pendiente de las
alabanzas y los reconocimientos.
(809)
Si
la humanidad fuera menos imbécil y más justa, Dios y la Iglesia estarían
colgados en un Museo Arqueológico.
(810)
Toda
la política está basada en el engaño. Hasta el hombre más probo llegada a ella
se verá en la necesidad de mentir. Para ganarse a la plebe a una buena causa
habrá que mentirle cuando aún, con la verdad en la mano, esta se resiste a
dejarse llevar por el buen camino.
(811)
Llega
un momento en que para llevarse bien en una relación de parejas, es mejor no
hablarse. Cuando hay una comunicación constante siempre está al acecho el
fantasma de la discusión.
(812)
Toda
empresa que emprendamos tiene dos pasos fundamentales: en el primero se afianza
nuestra voluntad impulsada por nuestra energía que será el combustible que nos
lleve por el camino trazado; el último es el decisivo, el que nos indique que
hemos logrado el objetivo, el del triunfo, el que coronará el esfuerzo
desplegado, el premio al sacrificio.
(813)
Hay
que tener cuidado con los zalameros de ocasión, pueden esconder otras
intenciones. Cuando la limosna es grande, hasta el santo se muestra dubitativo.
(814)
La
reelección de Fujimori no tenía otra intención que ocultar el gigantesco robo
que él y Montesinos habían llevado a cabo recurriendo a las diversas artimañas
políticas y económicas. De ahí, que una vez que comenzó a verse la punta del
iceberg, ambos forajidos pusieron los pies en polvorosa: uno, Montesinos, en un
yate nocturno; el otro, el “chinito”, en el avión presidencial.
(815)
Las
desigualdades económicas en el planeta alcanzan ribetes grotescos. Que
doscientas veinticinco personas acumulen el 70% de la riqueza mundial resulta
inverosímil. ¿Es este uno de los detonantes para que se active el terrorismo a
nivel mundial? Con solo un porcentaje del dinero que se gasta en guerras sin
sentido, podrían solucionarse los problemas de hambre y salud. No olvidemos que
una desmedida pobreza le sirvió de justificación a Sendero Luminoso para dar
comienzo a sus acciones demenciales. Recordemos entonces la moraleja que nos ha
dejado los años de terrorismo: la miseria es el terreno fértil para que surja
la violencia hasta que un día estalla bárbaramente.
(816)
Juan
Velasco Alvarado y Fernando Belaúnde tuvieron un rasgo común: la honestidad.
Prueba de ello es que llegaron pobres al gobierno (el primero democráticamente;
el segundo, con un golpe de estado) y salieron igual, sin ninguna señal de
riqueza. El primero, de origen humilde, fue un militar campechano que soñó con
cambiar las obscenas desigualdades económicas que se daban en el Perú entre
ricos y pobres; el segundo, un buen hombre de lénido carácter para controlar a
los lobos que lo rodearon durante sus dos gobiernos. Buen señor, Belaúnde,
poseedor de una gran habilidad para confundir las tareas de gobierno con las
artes de la retórica.
(817)
El
paso de los años suele tamizar los recuerdos. Volver hacia atrás apacigua la
emoción y las pasiones, el sorprenderse, la congoja o la alegría en que
ocurrieron los acontecimientos. Ese viaje fugaz al pasado nos somete a la
prueba de ver si somos capaces de soportar el recuerdo, o de olvidar los
periodos de dolor, de sufrimiento, de miserias.
(818)
Mañana de llovizna incesante, cielo plúmbeo,
aire húmedo, pero gratificante. Adorado invierno, fugaz como esos amores
juveniles, como esas tiernas ilusiones que marcan nuestra niñez para siempre.
Cuando llegue el odiado verano comenzará mi tortura, mis días de pesadumbre,
mis horas de amargura.
(819)
Para
lograr nuestros objetivos debemos tener la fuerza de la cometa que se bate
contra el viento en contra para lograr más altura. La mayoría quiere logros y
se comporta como una cometa con el viento a su favor; a los pocos minutos dará
en tierra.
(820)
Cada
día que pasa, las bandejas de las iglesias ven mermar el dinero de sus
colectas. La fe parece estar disminuyendo en todas aquellas parroquias que se
muestran vacías.
(821)
Si
después de pasar unas buenas horas tratando de hacer entrar en razón a alguien,
y este persiste en su opinión errónea, entonces nos damos cuenta que nos
encontramos frente a un estúpido,
(822)
Durante
dos horas disfruto de un video donde se ve a Von Karajan dirigiendo a la
orquesta que interpreta una de las sinfonías de Beethoven. Un neófito en música
clásica pensará que no tiene ningún sentido ver a un hombre esgrimiendo con
gran entusiasmo una varita en la mano. Haciendo una comparación con el arte
culinario, podríamos decir que Von Karajan como cualquier director de orquesta
es como el buen chef que revuelve en una cacerola las papas, las alverjas,
trozos de zanahoria y carne con gran precisión si quiere obtener un buen guiso.
Von Karajan revuelve los sonidos que Beethoven había plasmado en un pentagrama.
(823)
Los
impuestos y la muerte han generado siempre angustias en el hombre. La
tecnología y la ciencia parecen querer también cobrarse su parte: el estrés,
las consecuencias de la contaminación (ambiental, lumínica, sonora, etc.), la superpoblación
también generan ansiedad, inquietud, agobio. ¿No estaremos hablando de un
impuesto con que nos oprime la civilización?
(824)
Las
bromas son como la leche que ponemos al fuego; en cualquier momento, perdemos
la paciencia, y esta, en ebullición, se derrama. Es mejor no hablar de lo que
no debemos porque terminaremos escuchando lo que no queremos oír.
(825)
Los
verdaderos actos de bondad son aquellos que pueden percibir los sordos y ver
los ciegos.
(826)
Dime
con quién andas y te diré quien eres, versa el refrán, sin embargo, no siempre
esta sabiduría popular se cumple. Si aceptamos lo que los evangelistas decían
de Judas, llegaremos a la conclusión de que por lo menos Judas tenía en Jesús
un compañero irreprobable.
(827)
Si
discutimos con un beligerante, tengamos precaución de no mantener calma; es
tipo de sujetos piensan que si mantenemos la calma, lo hacemos con intención
malsana.
(828)
Las
encuestas de opinión publica son de lo más estúpidas, a más de 95% de los encuestados
les importa un rábano la opinión de los demás.
(829)
Me
parece una reverenda cojudés entrar en discusiones bizantinas de que si el
ceviche es o no peruano y otras sandeces. Cada uno en lo suyo: no he leído de
que los chilenos discutan con nadie sobre su carbonada, o los ecuatorianos
sobre su delicioso carincho, los colombianos sobre su ajiaco, los bolivianos
sobre su chairo o lo venezolanos sobre su aromático pancocho. Los peruanos
tenemos un espíritu belicoso que se exacerba más con un par de cervezas encima.
Estamos hechos para la guerra, pero condenados a perderlas todas.
(830)
Después
de beberme un whisky, tengo la sensación de que el placer de desear es más
intenso que el de poseer. Creo que es el deseo insatisfecho el que le da
intensidad a la vida; nos recuerda que todavía hay en la existencia muchas
cosas por descubrir. Oscar Wilde decía sentir compasión por quienes no habían
realizado su mayor anhelo, pero que más compasión le inspiraban los
satisfechos. Después de comerme la mitad de una trufa de chocolate me invade
cierto hartazgo y muchas veces la he dejado a la mitad. La satisfacción que he
sentido no es nada comparable al placer de desear ese bombón durante varios
días y no poder tenerlo. Concluyo diciendo que uno de los mayores deleites del
apetito sigue siendo el deseo y no el disfrute.
(831)
Siempre
me han dejado boquiabierto la filosofía de los curas y sus Papas: quieren vivir
como los pobres, pero lleno de dinero.
(832)
Una
de las razones que esgrimen muchos divorciados, es que se pasaron parte de su
matrimonio buscando en su pareja una perfección que ellos mismos no poseían.
(833)
Es
a Dios a quien deberíamos culpar de la explosión demográfica que en un futuro
acabará con la vida en este planeta y por la violencia de género que se agudiza
día a día: ¿Por qué diablos se le ocurrió crear a la mujer?
(834)
El
envidioso para disimular su envidia, busca halagar al que envidia siempre y
cuando sepa que hay presente alguien que lo va a contradecir.
(835)
Hay
dos tipos de ladrones: los que sustraen nuestro dinero sin ningún escrúpulo; y
los tontos que nos roban el valioso tiempo que necesitamos para agenciárnoslo.
(836)
No
me fío de las alabanzas del que tiene palabras de lisonja para todo el mundo.
(837)
Muchas
cosas tristes del pasado nos hacen sonreír cuando las recordamos. Esa alegría
que nos hace llora al recordarla, es la prueba más evidente que fue el amor el
origen de esas tristezas.
(838)
Las
mujeres virtuosas son las más apropiadas para ser amantes de hombres casados;
serían incapaces de exigirnos nada.
(839)
Poesía
es el regreso a lo humano, retorno al sentimiento, la vuelta a las flores, al
amor, a la muerte, a la tierra, al recuerdo de las calles de primeros pasos.
Poesía es soledad que prima sobre el cantor que se mantiene, callado y
escotero, liberado de las modas y de la repentización. El poeta, llevado por
una espiritualidad connatural, se sumerge en la entraña misma de la vida,
arrancando de ella el desgarrador dolor del sentir humano, las más bondadosas y
delicadas ilusiones del alma. En una especie de péndulo emocional, el poeta
pasa de la algarabía más eufórica a estados de profunda tristeza, a esa negra
melancolía que lacera el espíritu y casca el alma. Su constante regreso a la
infancia o a la niñez es una necesidad inmarcesible de volver a la luz nativa,
al primer vahído, al recuerdo de la madre tierra hecho carne.
(840)
Todos
tenemos algo de Don Quijote cuando amamos: fantasías, ilusiones, proyectos,
espíritus de justicia. Cuando recuperamos el juicio, el amor, como el ilustre
manchego, está listo para morir.
(841)
Los
adolescentes de ahora, como los dadaístas de los años veinte en Europa,
destrozan el lenguaje como instrumento social. ¿Qué diferencia existe entre el
desvergonzado verso absurdo del dadaísta Hülsenbeck, “ Las vacas se sientan en
los postes del telégrafo y juegan ajedrez” o el “Naa, causita, así nueson, las
huevas brother on”? Creo que el verso de Hülsenbeck resulta, a pesar de la
incoherencia que raya en lo irracional, comprensible. En la expresión del
brother y causita existe un lenguaje críptico solo descifrable para el grupo de
gamberros que lo utiliza. La traducción literal, o mejor dicho, lo que se ha
querido expresar es lo siguiente: “nada, amiguito, así no es huevón, ni hablar
hermano, huevón”. Un nuevo dadaísmo cae como un enjambre de barbaros sobre el
castellano.
(842)
Las
mujeres son como los monos, no sueltan la rama que tienen en una mano si no se
han asegurado otra.
(843)
La
corrupción en el Perú es un gran río excrementicio que se inicia en Tacna, se
ramifica en su avance por costa, sierra y selva y, al llegar a Tumbes, se hunde
en la tierra para atravesar todo el país subterráneamente para volver a
aparecer en la gloriosa Tacna y volver a empezar un nuevo ciclo que parece
interminable.
(844)
No
debemos desalentarnos por tener ilusiones; simplemente hay que empezar a
construir las columnas debajo de ellas, para que se hagan realidad.
(845)
Las
máscaras no ocultan el rostro del hipócrita, del maledicente, del envidioso,
del traidor por mucho tiempo. Tarde o temprano deberán sacarse la careta y
asistiremos al espectáculo de una naturaleza patética y despreciable.
(846)
Por
el poco amor que nos tenemos, “amada”,
una casa pequeña será más que suficiente.
(847)
Las
mujeres buscan que nuestra voluntad sea la suya, así se evitarán cualquier tipo
de contrariedades.
(848)
Es
trágico descubrir la indiferencia total de los adolescentes por los libros, por
la lectura. Llegan a la universidad a trompicones, sin amor al estudio,
desinformados del conocimiento más mínimo, magullados por una sociedad que hace
apología a la violencia, al racismo, a los concursos de bailes banales y de
belleza, una sociedad con todas las puertas cerradas a la cultura. Si no
quieres una manzana podrida no la busques en el tonel, anda arrancándola del
árbol, reza un dicho. Comencemos con los niños, con ese único modo de asignar
el provenir. Sin hábitos de lectura no saldremos del subdesarrollo ceñido y
exiguo en el que vivimos.
(849)
La
ignorancia aumenta con los años. No confundamos la ignorancia del sabio con la
del bruto. La del primero aumenta a medida que va cultivándose y descubre que
hay infinidad de conocimientos que aún desconoce; la del bruto aumenta en
proporciones gigantescas, todo conocimiento le es indiferente: el trino de un
mirlo no lo conmueve; el aroma de un gladiolo no penetra en su obtuso olfato;
su visión de ciego no percibe los variados colores de un ocaso; la suavidad de
una tela de seda parece a sus dedos la aspereza de una lija de hierro. Su
barbarie crece con los años como la grasa de un cerdo.
(850)
Leo
“Aula Magna” de Luis Jaime Cisneros
y me lo imagino a Luis Jaime con sus blancas, finas y delicadas manos
predicando su magisterio. Otros tiempos Luis Jaime, sus palabras son un malbec
Intipalka para paladares acostumbrados al cañazo; mejillones en aceite de oliva
para quien está habituado a atragantarse con choncholí y molleja en la
carretilla esquinera. Otros tiempos don Jaime. Maestros los de otrora; hoy son una
rareza. Zaratustra descendiendo de la montaña es usted, don Jaime:
“¡Mira! Yo estoy hastiado de mi sabiduría como la
abeja que ha recogido demasiada miel, yo tengo necesidad de manos que se
extiendan.
Me gustaría regalar y repartir hasta que los sabios
entre los hombres hayan vuelto a regocijarse con su locura, y los pobres, con
su riqueza.
Para ello tengo que bajar a la profundidad; como
haces tú [el Sol] por la tarde cuando traspones el mar llevando luz incluso al
submundo, ¡astro inmensamente rico!”.
Y
Zaratustra, don Jaime, volvió a la montaña porque el pueblo prefería al
volatinero. Y Zaratustra dijo, don Jaime, “Y
ahora me miran y se ríen: y mientras ríen, continúan odiándome. Hay hielo en su
reír”. Los tiempos han cambiado, don Jaime, y ahora los volatineros han
sido reemplazados por los móviles, enemigos más peligrosos, don Jaime. Pero yo
recojo su magisterio, y don Jaime, y seguiré en la brega como un empecinado
Zaratustra y les diré a mis alumnos: “¿Quieres
marchar, hermano mío, a la soledad? ¿Quieres buscar el camino que lleva a ti
mismo? detente un poco y escúchame”.
(851)
Dentro
de nuestro estercolero periodístico, doña Mariella Balbi siempre encuentra algún
resquicio para ganarse algunos dólares a costa de su “integridad” periodística. Hincha de Alberto Fujimori y de Alan García,
doña Mariella le ha hecho al destructor del Apra, una entrevista que figurará
entre las más descaradas brotadas de la pluma de esta Barbie criolla. ¿Qué pregunta
Mariellita al doctor bamba?
-
¿La
vinculación del presidente (Vizcarra) con Graña y Montero revela intereses
propios?
-
Usted
twiteo: “Se
acabó el circo. Pasó el referéndum, botaron a Chavarry y resulta que los
moralizadores eran socios y apoderados de las constructoras. Chinchero se
oculta y sabe Dios qué más”.
-
¿Estamos
en el mismo guión?
-
¿Por
qué dijo que Chinchero se oculta?
-
¿La
justicia está politizada?
-
¿Se
ha pulverizado al Congreso?
-
¿Qué
hay detrás?
-
¿Este
gobierno [el de Vizcarra] es parecido al de Fujimori?
-
¿La
detención de Keiko Fujimori es arbitraria?
-
¿El
referéndum sirvió de algo?
Y sobre la venta de los Mirages;
y sobre las coimas del tren eléctrico; y sobre los narcoindultos…
Ni una sola pregunta. No cabe
duda que doña Mariella no ha hecho más que leer las preguntas que el mafioso de
García le debe haber dado de antemano. Lo único que falta saber, es cuánto debe
haber cobrado la inmaculada Balbi por pregunta. Porque en este caso, la plata no viene sola.
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